Desde este momento los problemas comenzaron. Adán acusó a Eva de haberlo tentado y Eva acusó a Adán por dejarse seducir. Su vida llegó a ser una acusación mutua, con luchas y discordias, experimentando remordimientos y angustia.
Los padres sintieron vergÿenza ante sus hijos y no pudieron más tarde ser un modelo, ni dar una verdadera orientación a los hijos respecto al sexo y el amor.
Todo este sufrimiento tuvo que haberse hecho visible en su vida diaria. Los hijos heredaron esos sentimientos de los padres. Ellos vieron y escucharon las peleas de sus padres. Los hijos fueron naturalmente influidos al crecer en esas circunstancias. Como resultado de ese ambiente, también lucharon entre ellos, hasta el punto en que un hermano mató al otro. La primera familia humana plantó la semilla de la infidelidad, el adulterio y el asesinato. Desafortunadamente, la historia humana comenzó a desarrollarse desde este modelo y multiplicó un mundo lleno de desconfianza, adulterios, fornicación, conflictos y asesinatos. Los hombres crecieron aprendiendo a dañarse y acusarse unos a otros en lugar de amarse y perdonarse. Esta tradición falsa se pasó de generación en generación.
A diferencia de los animales, los seres humanos tenemos pocos instintos que nos guían. Aprendemos cómo amar y vivir, básicamente de nuestra familia y cultura.
Por esta razón, el patrón de comportamiento de la primera familia era esencial para establecer la tradición verdadera que eventualmente formaría la vida humana por cientos de generaciones. Todavía en la actualidad, seguimos arrastrando una tradición de amor inmaduro, temporal, cambiante y condicional; opuesta a la planeada originalmente.
Desafortunadamente, este amor incompleto e inmaduro es aún la fuerza más grande en las relaciones entre el hombre y la mujer. Las experiencias del amor en este nivel, bloquean e impiden la realización del ideal de un amor eterno, incondicional e incambiable.
Al principio, este amor se siente y hace promesas y compromisos como si fuera verdadero y auténtico, pero al final, revela ser solo una imitación, reflejando con el paso del tiempo ser incompleto e inmaduro.
Tanto ahora como en el pasado, somos influidos por historias románticas, canciones, poemas, películas y telenovelas plagadas de ejemplos de ese tipo de amor falso e inmaduro. En la famosa leyenda de don Juan nos encontramos con el clásico personaje tipo Lucifer, el prototipo del conquistador y burlador de mujeres, el "rompe-corazones". Ese hombre fascinador y arrogante que atrae a las mujeres, las seduce, las abandona, las olvida y las sustituye por otras en una frenética e incansable experiencia en la que goza y disfruta de la seducción y la conquista pero es incapaz de sentir amor. Es el conocido ejemplo que nos ofrece la literatura de esa actitud luciferina o satánica de disfrutar con la destrucción del amor puro, verdadero y eterno. En El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, don Juan nos confiesa: "... el mayor gusto que en mi puede haber es burlar una mujer y dejarla sin honor". Esa actitud o tendencia es completamente destructiva y radicalmente opuesta al amor verdadero y auténtico y debe de ser expuesta como tal y erradicada completamente.
Al igual que le ocurrió a Eva, es interesante también observar la gradual confusión, debilidad e impotencia de la victima de la seducción. Así responde la seducida dona Inés a las palabras de don Juan Tenorio en la famosa obra de Zorrilla: "Tal vez poseéis, don Juan, un misterioso amuleto, que a vos me atrae en secreto como irresistible imán. Tal vez Satán puso en vos su vista fascinadora, su palabra seductora y el amor que negó a Dios. ¿Y qué he de hacer, ¡ay de mi!, sino caer en vuestros brazos, si el corazón en pedazos me vais robando de aquí?"
A menudo, nuestras relaciones comienzan con sentimientos de alegría y esperanza y frecuentemente terminan con decepción, odio y resentimientos. En lugar de liberarnos y desarrollar nuestro potencial espiritual, nos vuelve inhibidos y desconfiados.
Vivimos en el temor de que nuestras relaciones puedan cambiar, terminarse, o que seamos incapaces de satisfacer sus condiciones o demandas.
En el centro de todo siempre está el egoísmo. El amor inmaduro busca sacrificar a otros para nuestro propio beneficio. No puede satisfacer la necesidad de nuestros corazones por el amor verdadero e incambiable al que ansiadamente aspiramos.
Aun así, este amor inmaduro continúa siendo la tentación más fuerte hasta que no alcancemos la perfección y podamos finalmente experimentar ese amor auténtico y eterno centralizado en Dios.
La caída supuso la destrucción total del sueño de amor de Dios. Degradó las experiencias más sublimes, bellas y sagradas convirtiéndolas muchas veces en algo casual, obsceno, impuro y vulgar. Cada experiencia de amor, habría sido una explosión de energía regocijante y celestial.
La satisfacción y realización definitivas para el hombre y la mujer serían encontradas en el verdadero amor. La relación sexual entre un verdadero marido y su esposa es el estado del amor verdadero. Esta unión está destinada a ser lo mas sublime y el valor supremo, lo más sagrado de todas las cosas santas. No existiría nada mejor. Sería la experiencia suprema, el clímax, la intoxicación y el éxtasis de la vida. El ancla que nos daría estabilidad permanente. Aunque podamos tener muchas distintas experiencias en el transcurso de la vida, siempre permaneceríamos conectados a esa ancla central. Una vez que la vida en la tierra hubiese terminado, podríamos llevar esa ancla a la cual estaríamos amarrados toda la vida e ir al mundo espiritual con ella. Allí podríamos anclarla en el corazón de Dios.
El hombre es un ser privilegiado, por ser capaz de realizar el acto del amor, una y otra vez, toda su vida y continuar después en el mundo espiritual.
Las experiencias de amor con los demás son nuestro verdadero tesoro y forman nuestra personalidad, identidad y carácter. Esa es la única riqueza o posesión que podemos llevar con nosotros al mundo espiritual.
Adán y Eva tenían que llegar a ser los templos en donde Dios morara. El corazón humano es el lugar en donde debe residir y manifestarse el amor de Dios. El cuerpo espiritual del hombre debería vibrar en consonancia con el amor de Dios, dirigiendo las acciones de nuestro cuerpo físico. El amor verdadero es el poder de vibración con el cual Dios llega hasta el hombre, tratando de guiarlo hasta ponerlo en consonancia con El.
Por lo tanto, Adán y Eva representaban la forma visible y caminante de Dios en la tierra. Serían la personificación de Dios. Dios quería morar en ellos y a través de ellos tener dominio sobre toda la creación.
Este es el secreto del universo, nadie en toda la historia, llegó a plantearlo con la profundidad y claridad con que ahora lo hacen estas revelaciones del Reverendo Sun Myung Moon. Si no hubiera ocurrido la caída, Dios hubiera amado a Adán y Eva completamente y hubieran sido el templo sagrado y lugar en donde moraría el amor de Dios. Pero Satanás invadió el lugar más sagrado. Este fue el peor desastre de toda la historia. Por esta razón, el mal uso del amor fue, es y será siempre el principal pecado a la vista de Dios.
Ante numerosos líderes religiosos que participaban en la Asamblea de las Religiones del Mundo en Agosto de 1990, el Reverendo Moon preguntó:
"¿Donde se encuentran el amor de Dios y el amor del hombre? -ante el silencio de los asistentes, él continuó: En los órganos sexuales. Ese lugar es el palacio del amor, el palacio del origen de la vida y el palacio del linaje. El poder de Satanás mal usa ese lugar y la misión del Reverendo Moon es eliminar a Satanás de ese lugar. Esa es la misión del Reverendo Moon y la misión de las religiones."Según el plan original de Dios, los órganos sexuales serían el lugar donde el hombre y la mujer se unirían y consumarían su amor eterno centrados en Dios.
Esa es la forma como Dios planeaba pasar Su amor, multiplicar la vida y transmitir Su linaje. Por esta razón el acto sexual estaba supuesto a ser la experiencia cumbre donde se sellaría y consumaría el amor y se fundirían para siempre Dios, Adán y Eva. Esta es la forma cómo los hombres y mujeres originalmente se unirían con Dios.
A través de ese acto es cómo se crearían y multiplicarían los hijos de Dios. Los hijos nacen cuando el marido y la esposa se unen en amor, tomando la forma de Dios. El hombre es un instrumento para dar nacimiento a un niño, sin embargo, el poder de la creación de los hijos viene de Dios. Por consiguiente, cuando el marido y la esposa se unen con el amor de Dios, dan nacimiento a un hijo de Dios.
Así como el hombre no puede cambiar a sus padres que le dieron nacimiento, una vez que un hombre y una mujer se casan con la bendición absoluta de Dios, no pueden divorciarse. Son el marido y mujer en esta tierra y también en el mundo espiritual por la eternidad. Este es el verdadero significado de la expresión "amor eterno".
El comienzo del mundo ideal es siempre un hombre y una mujer perfectos y su matrimonio divino con la bendición de Dios.
¿De dónde se originó la humanidad? No de los ojos, no de la nariz, no de la cabeza, pero si de los lugares más sagrados: Los órganos reproductores, los órganos del amor, los órganos sexuales.
El ideal de Dios, la existencia y la vida, todo estaría conectado a ese lugar central donde se consumaría el amor. Es el lugar donde residiría el verdadero amor, la semilla de la vida y el verdadero linaje de sangre.
Debemos darnos cuenta de que en esos órganos se encuentra el más valioso fundamento para la vida, el amor y el linaje de sangre. La historia del pasado, el presente y la historia futura, están todas conectadas a ellos.
Satanás contaminó y deshonró ese lugar más sagrado, plantando su semilla de corrupción en los primeros antepasados humanos. Esa semilla se ha estado transmitiendo generación tras generación.
El acto de amor sexual entre un hombre y una mujer habría sido siempre la experiencia más sagrada, pura, sublime y hermosa de nuestras vidas, pero ese acto se profanó cayendo bajo el poder de Satanás y se convirtió a menudo en un acto obsceno, impuro, vergonzoso y vulgar.
La fornicación, el adulterio, la prostitución, los incestos, los abortos, las violaciones, la pornografía, la homosexualidad y toda clase de perversiones sexuales que se realizan a través de los órganos del amor, invadieron y contaminaron la vida de los hombres en todas las razas culturas y religiones a través de toda la historia humana.
Los órganos sexuales llegaron a ser el templo del mal y completamente destruyeron el principio celestial. A través de ese órgano se plantaron el amor falso, la vida falsa y el linaje falso.
El lenguaje más obsceno y vulgar, así como los chistes de mal gusto con frecuencia tienen relación o se usan para describir el acto del amor y los órganos reproductores.
Los años de la adolescencia se convirtieron muchas veces en una época para experimentar amor satánico e inmaduro, en lugar de ser el tiempo para la pureza y la preparación seria para el deseado y esperado amor eterno y celestial.
Se suponía que el amor original debería de ser el pasaje al cielo para los hombres y mujeres, pero en lugar de eso, compraron los pasajes para el infierno a través del amor ilícito.
Así como los pájaros saben construir sus nidos, nosotros deberíamos de saber cómo construir verdaderas relaciones de amor. Pero debido a la caída, los seres humanos debemos avergonzarnos ante las formas inferiores de la creación. Existen ciertos animales, que cuando escogen la pareja de su vida, le son fieles para siempre y en algunos casos aún después de su muerte, jamás vuelven a aparearse.
¿Cómo es posible, que la lealtad y fidelidad de los hombres racionales y espiritualmente conscientes es mucho más débil que el instinto de un animal?
Los animales no cometen pecados, viven y existen dentro de esa ley natural que gobierna al universo. En cambio, la creación suprema de Dios se degradó moralmente hasta un nivel por debajo de los animales. Las masacres, crueldades, torturas, sadismo y tormentos infligidos a nuestros semejantes en todas las épocas conocidas de la historia, no tiene paralelo con ninguna conducta conocida en el reino animal, ni siquiera entre los más terribles depredadores. Como tampoco lo tienen las violaciones, la prostitución, la homosexualidad y toda gama de perversiones sexuales.
Leemos en la Biblia que Dios viendo la maldad y perversidad del hombre, El se arrepintió de haberlo creado y se entristeció su corazón (Génesis 6:5-6).
"Lo más irónico es que Adán y Eva no comprendieron profundamente cuánto dolor y sufrimiento, de hecho sus acciones causaban a Dios. Desde entonces nadie ha llegado a comprender el corazón angustiado de Dios en el momento de la caída de Adán y Eva. La caída fue el pináculo del sufrimiento de Dios." (22 de Mayo de 1977)
"Dios desearía que el universo entero se hubiese roto en pedazos antes que Adán y Eva. Aunque su creación entera hubiera sido destruida, Dios no hubiese estado tan apenado como por la caída de Adán y Eva. Si toda la tierra se hubiese roto en pedazos Dios fácilmente hubiera recreado otro hogar para Adán y Eva, pero Dios no puede recrear el amor; tiene que ser restaurado y dado voluntaria y libremente. El propósito entero de la creación se enfoca en un hombre y una mujer. Si ellos son hechos pedazos, no hay esperanza, sólo oscuridad total. Dios no podía crearlos de nuevo. Tenía sólo un curso a seguir: La restauración." (31 de Diciembre de 1978)
"La posición de Dios es casi igual a la del marido cuya esposa lo traiciona y se va con algún desconocido. Después de haberla amado tanto, ¿Qué clase de sentimiento abrigará este hombre en su corazón hacia ella?. El se sentiría torturado." (1 de Abril de 1979)
"En cierto sentido, Eva hubiera llegado a ser la futura esposa de Dios. Esto es así, porque una vez que Adán llegara a ser uno con Dios, el Espíritu de Dios moraría en él. Adán sería la encarnación de Dios mismo. Por consiguiente, para Dios, su esposa fue violada por Satanás." (4 de Febrero de 1969)
"Satanás es el arcángel, nada más que un sirviente de Dios y los hombres, pero este sirviente no sólo violó a la hija de Dios; sino que tomó también todas las propiedades de su Señor. Satanás es un impostor y un fornicador - un adúltero. Nuestro trabajo es exponer y expulsar a Satanás de nuestro planeta. Sin embargo, hasta ahora en la historia humana, Satanás ha tratado de expulsar a Dios del planeta." (27 de Agosto de 1987)
"En toda la historia, la pena más profunda en el corazón de Dios fue cuando Adán se convirtió en un hombre caído. Y segundo la muerte de Jesucristo." (11 de Febrero de 1972)
"¿Te has parado a pensar cómo te sentirías si tu marido e hijos fueran secuestrados? Esto es exactamente como Dios siente en su corazón. A los ojos de Dios todos los hombres han sido raptados y El está desesperadamente ansioso de traerlos de regreso." (11 de Junio de 1978)
"La caída del hombre no fue otra cosa más que el incidente por el cual el mismísimo lugar en el que Dios tendría que residir nunca apareció. El fue expulsado. Satanás llegó a ser el dueño. Llegó a ser el ocupante. Por lo tanto, el crimen de Satanás es la destrucción del amor que es la verdadera esencia de Dios. Por consiguiente, Dios no puede perdonar a Satanás, porque si lo hace, significaría que Satanás mismo está destruyendo a Dios. Es como si Satanás está en la posición del invasor de una residencia. El vino a la morada de Dios, le arrebató su posición, esclavizó al hombre y expulsó a Dios." (Londres, 1972)Young Whi Kim, uno de los primeros seguidores del Reverendo Sun Myung Moon escribe:
"A causa de la caída, Dios perdió a sus queridos hijos, creados a Su imagen para llegar a ser cuerpos sustanciales. Cuando Dios vio esta tragedia, no pudo soportarlo. Su corazón se quebró y sintió el más grande pesar. Dios creó al hombre para que fuera el ser más amado y derramó en él, todo lo que tenía, su corazón, amor y energía, para hacer del hombre su hijo, la obra maestra de la creación.La palabra favorita que Jesucristo usó para describir a Dios era "Abba" que significa padre. No solo Dios es un padre cercano a nosotros, sino que está esperando impacientemente nuestro regreso, como Jesucristo nos enseñó en la parábola del hijo pródigo.El hombre fue creado como un ser tan valioso, que sin el hombre, el ideal de Dios no podía ser realizado. Sin embargo, Dios perdió a sus hijos por la caída.
También Dios perdió toda la creación, porque los hombres como los señores de la creación, fueron dominados por Satanás. El propósito y el ideal de Dios al crear al hombre y el universo era recibir alegría y felicidad al tener una relación con ellos.
Dios perdió todas las cosas, y debido a esto, Dios no pudo tener un objeto que reflejara completamente su naturaleza.
En cambio, Dios vio el desarrollo de las más odiosas relaciones entre la gente caída y Satanás. El hombre, que fue creado para ser hijo de Dios, se convirtió en el hijo de Satanás. Los hombres que fueron creados para ser los señores de la creación, se convirtieron en los siervos de los siervos.
Sin embargo, los hombres caídos no conocen su estado miserable y se contentan con él. Como huérfanos ignorantes, llegan incluso a negar la existencia de Dios y hacen toda clase de mal, estableciendo un mundo trágico. De esta manera, Dios no solamente perdió a sus hijos, sino que los hijos de Dios llegaron a ponerse en contra suya como sus enemigos.
Dios está en una paradójica situación: El no puede rechazar a los hombres porque originalmente fueron creados como sus hijos y El no puede amarlos completamente porque se convirtieron en los hijos del mal. El tampoco puede destruirlos, sino que debe de trabajar para salvarlos, de su estado caído a su estado original.
Cuando Dios envía a sus profetas o representantes e incluso a Su hijo amado, la humanidad se opone a ellos apedreándolos y matándolos, incrementando así la pena de Dios.
La esperanza de Dios para el hombre era tan grande cuando él empezó su obra de la creación, que cuando el hombre cayó, la desilusión, la pena y la angustia que El sintió fue inmensa. No podemos hallar a nadie más apenado que Dios. Cuando Dios mira la realidad de este mundo, es para El un recuerdo constante de la caída del hombre y Dios se entristece. Dios quiere desesperadamente tener a sus hijos restaurados y quiere amarlos.
Por eso, El obra en la providencia de la restauración o la salvación. Por consiguiente, debemos consolarle y terminar Su sufrimiento, restaurando nuestra posición original como sus hijos."
A través de los cientos de miles de años de historia, Dios nunca ha recibido la verdadera gloria y alegría por parte del hombre. A través del silencio de los siglos, Dios vivió en agonía con un corazón roto.
!Cuán profunda y larga ha sido su consternación, amargura y pena.!
En la Biblia el profeta Oseas nos describe los siguientes sentimientos de Dios:
"Pero mientras Yo los amaba, más se alejaban de Mi. Ofrecieron sacrificios a los baales y quemaron incienso a los ídolos. Yo, sin embargo, le enseñé a andar a Efraín, sujetándolo de los brazos, pero ellos no entendieron que era Yo quien cuidaba de ellos. Yo los trataba con gestos de ternura. Fui para ellos como quien les saca el bozal del hocico y les ofrece en la mano el alimento." (Oseas 11:2-4)Dios nos revela a través del profeta Isaías:
"Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento" (Isaías 1:3).Separada de Dios la humanidad, por su lado, ha estado sufriendo de hambre y sed en su espíritu, como nos canta el salmista:
"Como anhela mi corazón estar junto al arroyo, así mi alma te anhela. !Oh Dios! Mi alma está sedienta de Dios, del Dios vivo: ¿Cuándo iré y veré la faz de mi Dios? Mis lágrimas son mi único alimento noche y día." (Salmos 42:2-4).La separación de Dios acarreó la muerte espiritual del hombre, causando la miseria, la tragedia y el mal a toda la humanidad.
Desde entonces, muchas religiones se han desarrollado en la sociedad humana.
Se ha buscado a Dios a través de Jesucristo y otros hombres santos. De una u otra forma, cualquier búsqueda religiosa, representa el esfuerzo humano por restaurar la imagen de Dios dentro de nosotros mismos y recuperar nuestra verdadera identidad. Esta búsqueda demuestra el deseo profundo del hombre por encontrar a Dios y establecer una relación con El.
Si el hombre no hubiera caído, la humanidad hubiese estado experimentando el amor de Dios, caminando con El y creando con El. Toda práctica religiosa hubiera sido innecesaria, de la misma forma que un hombre sano no necesita de médico ni medicina.
Excepto por los pasajes mencionados en Isaías, Oseas, los Salmos y las parábolas de Jesucristo en los que apenas se deja entrever el corazón apenado de Dios, el profundo dolor de nuestro Padre Celestial siempre permaneció oculto.
Lo mismo que nosotros no podemos revelar nuestros sentimientos íntimos a cualquiera, pues seríamos incomprendidos, Dios no podía revelar completamente Su angustia, excepto a aquel que comprendiera exactamente lo que Satanás hizo y cómo afectó gravemente el Plan Divino. En su profunda exploración espiritual, Sun Myung Moon descubrió todos estos detalles sobre la caída, así como la raíz de esta profunda y antigua pena oculta de nuestro Padre Celestial, ese dolor y angustia sin resolver, así como Su indignación guardada sin expresar por tanto tiempo.
Una vez que él compartió este corazón oculto, lloró junto con Dios esa angustia por días enteros. Ya nunca más pudo permanecer inmóvil o indiferente.
Este corazón, fue su constante fuerza motivadora, que le llevó a perseverar con fuerza y coraje a pesar de las enormes dificultades que tuvo que enfrentar. Con un sentimiento de tremenda urgencia, trabajó constantemente a lo largo de su vida, inspirando a otros a unirse a esta batalla cósmica para superar y eliminar completamente el mal y el pecado de la vida del hombre.
Para los unificacionistas, el propósito de la salvación no es meramente obtener el perdón divino de nuestros pecados individuales e ir al cielo, como muchas personas están pensando. La verdadera salvación significa la restauración de todos y cada uno de los hijos de Dios, liberando a toda la humanidad del vicio, el pecado y el sufrimiento. Sólo así, se conseguirá la meta final que es la liberación de nuestro Padre Celestial.
Desde su juventud, Sun Myung Moon se determinó absolutamente a remover esa carga intolerable que todavía oprime el corazón de Dios y arrancar completamente las causas de esa profunda pena. La tarea de desenmarañar y solucionar esta tragedia cósmica, se convirtió en la misión permanente de toda su vida. Una vez que Dios esté libre de ejercer su amorosa soberanía sobre la creación, Su inmensa alegría traerá la primavera cósmica a todo el universo que irradiará felicidad y armonía para siempre.
El amor es la fuerza suprema en el universo. Dios hizo el poder del amor tan absoluto que incluso sus principios, que regularían el funcionamiento del universo, no excluían la posibilidad de expresar el amor en una forma que violara Su voluntad.
Tanto la literatura como la historia dan tributo sobre este dominio omnipotente del amor sobre el corazón humano. Shakespeare ha inmortalizado cómo la fuerza del amor empujó a Romeo y Julieta hasta el suicidio y cómo el tío de Hamlet cegado por la pasión llegó a matar a su hermano para casarse con su cuñada.
En este siglo, hemos visto cómo el Rey Eduardo VII de Inglaterra llegó a renunciar al trono por la causa del amor.
Sigmund Freud y otros psicoanalistas señalaron que en este mundo el impulso erótico por sí mismo es lo suficientemente fuerte para descartar todas las normas éticas convencionales que la sociedad y la conciencia atribuyen a la voluntad de Dios.
Solamente el poder del amor, era la única fuerza capaz de desviar al hombre en su camino a la perfección. Cuando Eva sucumbió ante la seducción del arcángel rebelde y luego se unió prematuramente con Adán todavía estaban bajo un dominio indirecto del amor de Dios.
Ellos abandonaron a Dios y Su ideal para poder seguir sus deseos personales. Ellos no se pusieron en la posición de confiar, esperar y sacrificarse como era necesario para lograr que su amor llegara a ser perfecto.
Dios no podía ejercer Su dominio directo sobre ellos hasta que no alcanzaran la perfección. Una vez que Adán y Eva hubieran logrado su madurez, nada ni nadie podría romper su amor incondicional hacia Su Creador.
En esa etapa y sólo entonces, Dios podía libremente derramar Su amor infinito sobre ellos. Antes de ese tiempo, el amor de nuestros primeros padres hacia Dios era incompleto y existía la posibilidad de llegar a ser mal dirigido.
Por esta razón, el hombre y la mujer deben experimentar la unión de amor el uno con el otro, sólo después de que su amor individual para Dios ha llegado a ser incondicional.
Sin lograr perfeccionar nuestro amor para Dios, el verdadero afecto, el cariño y la unión con otro ser humano es muy difícil, como claramente nos lo demuestran los problemas matrimoniales de nuestro tiempo.
El Principio Divino sugiere que este problema tiene que ser tratado teniendo en cuenta cuatro factores: La libertad humana, el poder absoluto y sagrado del amor, la inmadurez de Adán y Eva y la dignidad intrínseca del hombre como el señor de la creación.
Nosotros poseemos libertad de elección porque fuimos creados como la imagen de Dios. Si somos humanos somos responsables por nuestras acciones. Si nos faltara esa libertad nos convertiríamos en meros robots o marionetas controladas desde fuera.
La omnipotencia de Dios no es absoluta y Su poder está limitado por la libertad que el dio al hombre. De acuerdo a este punto de vista, el hombre y Dios deben trabajar juntos para realizar la meta de la historia.
El amor por definición es una respuesta libre y voluntaria. Nosotros no podemos forzar a alguien a que nos ame, ni siquiera Dios podía violar Su propio principio.
Dios quería que Adán y Eva escogieran libremente el camino de la bondad y que libremente decidieran amar a Dios en respuesta a Su amor por ellos.
Sólo en libertad, puede nacer el amor verdadero. Si Dios hubiera intervenido en la caída, El hubiera destruido el significado y valor de Sus hijos. El hubiera violado Su propio sistema perfecto y hubiera invadido e invalidado la responsabilidad humana. Nuestra libertad, responsabilidad y creatividad tienen un valor absoluto que Dios reconoce y respeta incondicionalmente.
El hombre fue creado como el señor de la creación y posee potencialmente una dignidad superior a otras criaturas. Para estar completamente calificado para esa posición, él tiene que depender de sus propios poderes y juicio en perfeccionar su corazón de acuerdo a la imagen divina.
Dios espera hasta que el hombre aprende cómo gobernarse a sí mismo, antes de dejarle gobernar el mundo. Tenemos que dominarnos a nosotros mismos primero, antes de poder dominar el mundo. Para alcanzar nuestra dignidad, debemos actuar por nosotros mismos. De esta manera, Dios quiere que el hombre comparta Su trabajo creativo.
El hombre debe de pasar a través de un proceso de maduración, en el cual se le da una gran responsabilidad para desarrollar la auto-iniciativa y la auto-disciplina.
Tenemos que crecer para asegurarnos un estado merecedor de la confianza de Dios, de nuestros semejantes y de toda la creación incluyendo a los ángeles.
Desde la perspectiva de la responsabilidad humana podemos comprender que la caída fue un asunto exclusivo del hombre. No se debe de comprometer la integridad moral de Dios, pues de ninguna forma El fue un participante responsable. El no puede reconocer el amor ilícito y lo que sucedió como parte de su propia creación.De la misma forma que no se pueden reconocer como válidas ciertas acciones que violan la constitución y las leyes de un país. Y así como algunas naciones se niegan a reconocer gobiernos establecidos ilegítimamente, tampoco Dios podía reconocer el mundo falso que resultó de la caída.Intervenir para parar una acción fuera de Sus principios perfectos, sería como reconocerla válida y parte de su creación.
Dios puede tener un dominio directo de amor sobre sus hijos e hijas, solamente después de que hayan alcanzado su perfección espiritual a través de cumplir con su parte de responsabilidad. Interferir antes de su madurez espiritual implicaría negar la habilidad de Adán y Eva para perfeccionarse y sería un indicativo de que el hombre no puede ser confiable o capaz de alcanzar la perfección por sus propios esfuerzos.
Por todas esta razones y a pesar del insoportable dolor que Dios sintió en su corazon en aquellos momentos, El no podía intervenir para evitar la tragedia de la caida.