El primero es el concepto de vida y muerte concerniente a la muerte del cuerpo físico, que es el cese de la vida física; éste era el caso del padre del discípulo, a quien iban a enterrar. La vida que es opuesta a esta clase de muerte es el estado en el cual el cuerpo físico mantiene sus funciones fisiológicas.
El segundo es el concepto de vida y muerte referente a las personas a quienes Jesús llamó «muertos», que se reunieron para el entierro del padre. ¿Por qué, entonces, Jesús dijo que aquellos hombres estaban «muertos» cuando en realidad estaban vivos? Era porque ellos estaban en un estado separado del amor de Dios; es decir, estaban bajo el dominio de Satán. Por lo tanto, esta muerte no significa el cese de la vida física, sino más bien el estado bajo el dominio Satánico, separado del seno del amor de Dios. Por consiguiente, el significado de vida que es opuesto a esta clase de muerte es el estado de vivir activamente en el dominio del infinito amor de Dios. Por ello, aunque el cuerpo esté activo, mientras que el hombre permanece en el dominio de Satán, aparte de Dios, está muerto en el verdadero sentido de acuerdo con el modelo del valor original recibido en la creación.
Nuestra comprensión puede ser más profunda leyendo en Apocalipsis 3:1, las palabras a la iglesia de Sardes, que dicen: « ... tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto». Por el contrario, aunque alguien muera físicamente, si su espíritu habita en el dominio de Dios en el Reino Celestial de Dios, está vivo en el sentido más verdadero. Cuando Jesús dijo: «...el que cree en mí, aunque muera, vivirá» (Jn. 11:25), quiso decir que quien cree en Jesús y vive bajo el dominio de Dios seguirá vivo, aunque muera físicamente y se convierta en polvo, porque su hombre espiritual permanece en el dominio de Dios.
Jesús siguió diciendo: «y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás». Esto no significa que quienes creen en Jesús nunca morirán físicamente, disfrutando así de una vida eterna sobre la tierra. Quienes creen en Jesús en su vida permanecen vivos no sólo mientras están en la tierra, sino que después de la muerte física trasmigrarán al mundo del espíritu, viviendo allí para siempre en el seno del amor de Dios sin probar la muerte. La afirmación de Jesús es una indicación de que la muerte física del hombre no afecta a su vida eterna en el mundo espiritual.
De nuevo, él dijo: «Quien intente guardar su vida, la perderá, y quien la pierda, la conservará» (Lc. 17:33). El quiso decir que aquellos que traicionan la voluntad de Dios por guardar su vida física, aunque físicamente puedan ser activos, están muertos. Por el contrario, los hombres espirituales que sacrificaron sus vidas por el beneficio de la voluntad de Dios, aunque estén físicamente muertos y descompuestos, vivirán para siempre en el seno del amor de Dios y permanecerán así vivos durante toda la eternidad.
Dios creó al hombre para crecer, envejecer y convertirse en polvo; esto habría ocurrido aunque el hombre no hubiera caído. Por consiguiente, cuando Adán murió a la edad bíblica de 930 años y se convirtió en polvo, ésta no fue la muerte causada por la caída. De acuerdo con el principio de la creación, nuestra carne es como el vestido de nuestro espíritu; por tanto, es natural que desechemos nuestra carne cuando está vieja y exhausta, de igual manera que desechamos nuestros vestidos gastados. Entonces nuestro hombre espiritual va al mundo invisible para vivir allí eternamente. No hay ni un sólo ser material que pueda perpetuar su vida física. El hombre no es una excepción en este principio de la creación; el cuerpo humano no puede vivir para siempre.
Si los hombres pudieran vivir eternamente en la tierra, no habría habido necesidad de crear en un comienzo el mundo invisible donde los hombres espirituales tuvieran que ir después de su muerte física. El mundo invisible no fue creado después de la caída humana, para que los espíritus de los hombres caídos pudieran ir a vivir allí; sino que había sido creado antes de la creación de los hombres, para que sus espíritus, después de haber cumplido el propósito de la creación, pudieran ir a vivir allí para siempre, después de haber desechado la carne al final de sus vidas físicas en la tierra.
Los hombres caídos están fuertemente apegados a su vida física en la tierra porque, debido a la caída, siempre ignoraron el hecho de que habían sido creados para vivir eternamente en el maravilloso mundo invisible después de dejar la carne. Nuestra vida física en la tierra y nuestra vida espiritual en el mundo invisible pueden ser comparadas con la de la oruga y la mariposa. Si una oruga que vive en la tierra tuviera consciencia, tampoco querría morir por estar apegada a su vida bajo la tierra, de igual manera que el hombre está apegado a su vida física en la tierra. Esto ocurre debido a que la oruga no conoce que hay un nuevo mundo después de su muerte en donde puede disfrutar de la fragancia de las flores y la dulce miel.
La relación entre un hombre en la tierra y un hombre espiritual es similar a la que existe entre una oruga y una mariposa. Si el hombre no hubiera caído, sabría que dejar su carne no significa la separación eterna de sus seres amados, debido a que los hombres en la tierra fueron creados con la capacidad de comunicarse libremente con los hombres espirituales con la misma facilidad que en la tierra. Además, si los hombres supieran que el mundo espiritual es un lugar maravilloso y feliz, estarían esperando el día de su partida hacia ese mundo.
Si, de las dos clases de muerte, la física no es el resultado de la caída, debemos llegar a la conclusión de que en realidad la muerte causada por la caída fue la muerte espiritual, que significa la degradación al dominio Satánico.
Estudiemos la cuestión más detalladamente, centrados en la Biblia. La muerte causada por la caída significa la muerte que apareció cuando los primeros antepasados humanos comieron del fruto del Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal. ¿Qué clase de muerte debió haber sido? Génesis 2:17, dice que Dios, después de crear a Adán y Eva les dijo que no comieran del fruto, porque en el día en que comieran ciertamente morirían. Por consiguiente, si creemos en las palabras que Dios dijo, ellos murieron en el día que comieron del fruto. Sin embargo, Adán y Eva «muertos» siguieron su vida física en la tierra de igual manera que nosotros hoy día, multiplicando hijos y finalmente estableciendo una sociedad humana corrompida.
Según este hecho, podemos comprender claramente que la muerte causada por la caída no significa el cese de la vida física, sino el estado de haber caído desde el dominio bueno de Dios al dominio malo de Satán.
Señalemos, pues, algunos ejemplos de la Biblia. 1 Juan 3:14, dice: « ... Quien no ama permanece en la muerte». Amor aquí, naturalmente, significa amor de Dios. Quiere decir que quienes no aman a su prójimo con el amor de Dios están muertos, a pesar de que vivan activamente en la tierra. De nuevo, en Romanos 6:23, leemos: «Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios, la vida eterna» y en Romanos 8:6, se dice: «Pues las tendencias de la carne son muerte; más las del espíritu, vida y paz».
De acuerdo con el principio de la creación, esta clase de muerte no fue originada por la caída de los antepasados humanos. Desde el principio, el cuerpo del hombre fue creado para volverse en polvo después de envejecer y morir. Por tanto, el cuerpo humano una vez que está convertido en polvo no puede resucitar a su estado original. No es necesario que el hombre espiritual tome de nuevo su carne, cuando hay un vasto mundo espiritual donde puede vivir para siempre.
Por consiguiente, la «resurrección» significa el fenómeno que toma lugar en el proceso de la restauración del hombre, conforme al principio de la restauración, que es pasar del estado de haber caído bajo el dominio Satánico al estado de volver a la esfera del dominio directo de Dios. Por ello, cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, siendo cada vez mejores, día tras día nos acercamos más a la resurrección.
Para dar algunos ejemplos de la resurrección en la Biblia, leemos en Juan 5:24: « ... el que escucha mi Palabra y cree en El que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida». Esto quiere decir que la resurrección significa abandonar el seno de Satán creyendo en Jesús y volver al seno del amor de Dios. De nuevo, en 1 Corintios 15:22, se dice: «Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo», queriendo decir que la resurrección significa volver al linaje Celestial a través de Cristo, abandonando la muerte del linaje Satánico causada por la caída de Adán.
Como antes comprobamos con ejemplos, quienes creen en Dios, obedeciendo las palabras de Jesús, han pasado ciertamente de la muerte a la vida. No obstante, no hay ningún cambio físico perceptible por el cual se pueda diferenciar a una persona en estado de muerte, antes de tener fe en Jesús, de la misma persona después de la resurrección, aunque ha pasado de la muerte a la vida a¡ creer en Jesús.
En verdad, Jesús vino como un hombre que había cumplido el propósito de la creación (ref. «Cristología»). Sin embargo, Jesús, por su apariencia exterior, no era diferente de un hombre caído ordinario. Si hubiera habido alguna diferencia, todos sus contemporáneos seguramente le habrían seguido. El hombre abandona el dominio Satánico a través de la resurrección y uniéndose con el corazón de Dios puede disfrutar de divinidad.
Cuando los hombres caídos vuelven de esta manera al dominio de Dios mediante la resurrección, ocurre necesariamente un cambio espiritual. El cambio espiritual, de hecho, santifica el cuerpo humano, pasando de ser antes la morada de Satán a ser luego el templo donde Dios puede vivir. En este sentido, se puede decir que el cuerpo humano resucita también. Es similar a un edificio que ha sido usado para malos propósitos; si es usado como templo de Dios, se transformaría en un edificio sagrado, aunque no haya habido ningún cambio en su apariencia exterior.
Primero, en la historia de la providencia de la resurrección, las figuras centrales a cargo de una cierta responsabilidad en sus respectivas misiones, aunque no pudieron cumplir completamente sus partes de responsabilidad, ofrecieron sus máximos esfuerzos con completa lealtad por la voluntad de Dios. En proporción a sus realizaciones, pudieron ampliar la base sobre la cual el hombre caído podía estrechar su relación con Dios. Con el transcurso del tiempo, la gente de las sucesivas generaciones podían disfrutar en sus eras de un mayor beneficio, conforme a la providencia de la restauración. La providencia de la resurrección se realiza, por tanto, de acuerdo con los beneficios de la era.
Segundo, de acuerdo con el principio de la creación, el hombre fue hecho para llegar a la perfección creyendo en las palabras de Dios y practicándolas, como su propia parte de responsabilidad. Por consiguiente, al realizar la providencia de la resurrección, la parte de responsabilidad de Dios debe ser dar las «palabras» para la providencia. La voluntad de Dios se realizará siempre y cuando el hombre crea y practique estas palabras, como su propia parte de responsabilidad.
Tercero, a la luz del principio de la creación, el hombre espiritual fue hecho para crecer y llegar a la perfección sólo a través del cuerpo físico. Así pues, la resurrección del hombre espiritual, de acuerdo con el principio de la recreación, también se realiza solamente durante la vida física en la tierra.
Cuarto, el hombre fue creado para ser perfecto atravesando tres etapas ordenadas de crecimiento, conforme al principio de la creación. Por ello, la providencia de la resurrección de los hombres caídos también tiene que ser realizada pasando por las tres etapas ordenadas del período providencial.
Dios comenzó Su providencia de la resurrección en la familia de Adán. Sin embargo, la providencia fue prolongada debido al fallo de las personas centrales, que estaban a cargo de la voluntad de Dios, en cumplir sus partes de responsabilidad. Dos mil años más tarde, Dios estableció a Abraham como el padre de la fe, y a través de él comenzó a cumplirse la voluntad. Por esta razón, el período de 2.000 años de Adán a Abraham era para el establecimiento del fundamento de la providencia de la resurrección, que tenía que ser cumplida en las eras siguientes. Llamamos a este período la «era providencial para el fundamento de la resurrección».
(2) La providencia de la resurrección en la etapa de la formación.
Durante el período de 2.000 años desde el tiempo de Abraham, en que comenzó la providencia de la resurrección, hasta el tiempo de Jesús, Dios estableció la «era providencial para la etapa de formación de la resurrección». Los hombres que vivían en la tierra en este período podían disfrutar del beneficio de la era de acuerdo con la providencia divina de la resurrección en la etapa de formación. Dios realizó la providencia de la resurrección en la etapa de formación de tal forma que la gente quedaba justificada creyendo y practicando la Ley del Antiguo Testamento, que Dios les había dado para la providencia de esta era, además de cumplir sus respectivas partes de responsabilidad. Por tanto, designamos a esta era la «era de la justificación por las obras». La gente de esta era podía alcanzar la etapa de espíritu de formación, logrando que sus hombres espirituales pasaran por la resurrección en la etapa de formación al practicar la Lev. Cuando un hombre que ha alcanzado la etapa de espíritu de formación en la tierra abandona su cuerpo físico, su espíritu va a vivir al mundo espiritual a la etapa de espíritus de formación.
(3) La providencia de la resurrección en la etapa de crecimiento.
Debido a la crucifixión de Jesús, la providencia de la resurrección no fue cumplida y ha sido prolongada hasta el tiempo de la Segunda Llegada. El período de 2.000 años de prolongación se llama la «era providencial para la etapa de crecimiento de la resurrección», debido a que en esta era se realiza la providencia de la resurrección en la etapa de crecimiento mediante la salvación espiritual. Los hombres en la tierra que pertenecen a esta era pueden recibir el beneficio de la era de acuerdo con la providencia de la resurrección en la etapa de crecimiento. Dios realizó la providencia de la resurrección en la etapa de crecimiento de tal manera que la gente de esta era quedaba justificada creyendo en las Palabras del Nuevo Testamento, que Dios les había dado para la providencia de esta era, además de cumplir sus partes de responsabilidad. Por ello, se puede llamar a esta era la «era de la justificación' por la fe». La gente de esta era puede alcanzar la etapa de espíritu de vida logrando que su hombre espiritual pase por la resurrección en la etapa de crecimiento mediante su fe en el Evangelio. Cuando un hombre que ha alcanzado la etapa de espíritu de vida abandona su cuerpo físico va al Paraíso, que es el mundo espiritual en donde viven los que han alcanzado la etapa de espíritu de vida.
(4) La providencia de la resurrección en la etapa de perfección.
La era en la cual completamos la providencia de la resurrección mediante la resurrección del espíritu y del cuerpo a través del Señor de la Segunda Llegada, se llama la «era providencial para la etapa de perfección de la resurrección». La gente de esta era puede disfrutar del beneficio de la era mediante la providencia de la resurrección en la etapa de perfección. El Señor de la Segunda Llegada es quien viene con la nueva Palabra para el cumplimiento de las Palabras del Antiguo y Nuevo Testamento (ref. Parte I, Cap. III, Sec. V, l). Por tanto, Dios lleva a cabo la providencia de la resurrección en la etapa de perfección de tal manera que la gente será justificada creyendo en la nueva Palabra (El Testamento Completo) que será dada para el cumplimiento del Antiguo y Nuevo Testamento, y sirviendo al Señor en vida, cumpliendo así sus partes de responsabilidad. Así pues, esta era puede ser llamada la «era de la justificación por el servicio». Los hombres que pertenecen a esta era pueden alcanzar la etapa de espíritu divino de resurrección perfecta, a la vez en espíritu y en cuerpo, creyendo y sirviendo al Señor de la Segunda Llegada. La región de la tierra donde viven los hombres en la etapa de espíritu divino se llama el Reino de los Cielos sobre la tierra. Cuando un hombre perfecto que vive en el Reino de los Cielos sobre la tierra abandona su cuerpo físico, pasa a vivir al Reino de Dios Celestial, que es la región del mundo espiritual perteneciente a los espíritus divinos.
(5) Cielo y Paraíso.
Los cristianos, hasta el presente, han confundido los conceptos de Cielo y Paraíso, porque no conocían el Principio. Si Jesús hubiera cumplido el propósito de su venida a la tierra como el Mesías, habría sido realizado en aquel tiempo el Reino de los Cielos sobre la tierra. Si el hombre perfecto, que vive en el Reino de los Cielos sobre la tierra, hubiera ido al mundo espiritual como un hombre espiritual que ha alcanzado la etapa de espíritu divino, el Reino de Dios Celestial se habría realizado en aquel tiempo.
Sin embargo, el Reino de los Cielos no fue realizado, debido a la crucifixión de Jesús, y ninguna persona de la tierra ha logrado la etapa de espíritu divino. Por esta razón, ningún hombre espiritual ha entrado en el Reino de Dios Celestial, que fue creado como la morada de los hombres espirituales en la etapa de espíritu divino. Por consiguiente, el Reino de Dios Celestial aún permanece vacío. Según el punto de vista de los hombres, quienes tienen que ser sus moradores, se puede decir que el Reino Celestial aún no se ha realizado. ¿Por qué dijo Jesús, pues, que quien creyera en él entraría en el Reino de los Cielos? Esto es debido a que el propósito original de su venida a la tierra era realizar el Reino de los Cielos. No obstante, Jesús murió en la cruz sin haber realizado el Reino de los Cielos sobre la tierra, a causa de la incredulidad del pueblo.
Jesús permitió al ladrón que fue crucificado a su lado que entrara con él en el Paraíso, porque el ladrón fue la única persona que al final tuvo fe en él, mientras que la demás gente de su tiempo no había creído en él (Lc. 23:43). Jesús indicó la posibilidad de entrar en el Reino de los Cielos cuando aún tenía la esperanza de cumplir su misión como el Mesías. Pero en el momento de su crucifixión, que impedía el cumplimiento de la voluntad, Jesús expresó el hecho que iba a ir al Paraíso. El Paraíso es la región del mundo espiritual a donde van después de la muerte los hombres espirituales que han logrado la etapa de espíritu de vida creyendo en Jesús durante su vida en la tierra, y allí aguardan hasta que se abra la puerta de los Reinos de los Cielos.
(6) Los fenómenos espirituales de los Ultimos Días.
El hombre, que cayó del nivel de perfección de la etapa de crecimiento, está llegando a la era en la que puede restaurar su posición de antes de la caída de los primeros antepasados humanos, restaurando el nivel de perfección de la Era del Nuevo Testamento (que representa la etapa de crecimiento), después de haber pasado por la Era del Antiguo Testamento (que representa la etapa de formación). Esta era se llama los Ultimos Días.
Esta es la era en la que el hombre puede comunicarse directamente con Dios, de igual manera que Adán y Eva justo antes de la caída. Por ello, hay muchas personas en la tierra hoy día que pueden comunicarse con el mundo espiritual. La promesa de Dios de que en los Ultimos Días El derramaría su Espíritu sobre toda carne (Hch. 2:17), solamente se puede comprender mediante este principio.
En los Ultimos Días, una persona puede recibir la revelación de que es un señor. En muchos casos, estas personas fallan en encontrar el camino justo, creyendo que son el Señor de la Segunda Llegada. ¿Por qué ocurre ésto?
Originalmente, Dios creó al hombre y lo bendijo para ser el señor y gobernante de toda la creación (Gn. 1:28). No obstante, el hombre falló en realizar esta bendición por la caída. Cuando el hombre alcanza el nivel espiritual correspondiente a la posición de Adán y Eva justo antes de la caída, restaurándose espiritualmente hasta el nivel de perfección de la etapa de crecimiento mediante la providencia de la restauración, entonces Dios le da la revelación de que es un señor, queriendo decir que esta persona ha restaurado la posición de ser bendecida de nuevo como el señor de toda la creación.
Los santos en los Ultimos Días que han manifestado una fe tan ardiente como para estar calificados para la revelación de que son señores están en una posición similar a la de Juan Bautista, que vino en los días de Jesús con la misión de enderezar el camino para él (Jn. 1:23). De una manera similar, a ellos también, en proporción a sus capacidades, se les ha dado la misión de enderezar el camino del Señor de la Segunda Llegada. Así pues, reciben la revelación de que están calificados para ser señores porque han sido escogidos para esta misión.
Quienes tienen poderes de comunicación espiritual están inclinados a convertirse en anticristos; después de recibir la revelación de que son señores pueden actuar equivocadamente, como si fueran el Señor de la Segunda Llegada, pues al no conocer el Principio no se dan cuenta de la situación. Esta es en realidad la razón por la cual está profetizado que en los Ultimos Días aparecerán muchos anticristos.
Es muy común que haya conflictos y confusión entre los hombres con poderes de comunicación espiritual, porque el contenido de sus revelaciones y la clase y nivel del mundo espiritual con el que se comunican difieren el uno del otro (1 Co. 15:41). Estos hombres con dones de comunicación espiritual están de hecho dirigidos hacia la misma meta; pero a causa de la diferencia de su nivel espiritual, ellos ven partes distintas del mundo espiritual, y estas divergencias les lleva a estar en conflicto.
Aquellos quienes están a cargo de una cierta misión en la providencia de la restauración a veces ignoran su relación horizontal con las demás personas que tienen dones de comunicación espiritual, debido a que sólo tienen una relación vertical con Dios, correspondiente a sus misiones parciales dentro del conjunto de la providencia. Por esta razón, hay conflictos entre ellos, debido a que la voluntad de Dios es aparentemente diferente para cada uno. Este tipo de conflictos horizontales es inevitable, porque Dios da a cada uno la revelación de que es un señor para animarle a hacer su máximo en cumplir el propósito de la providencia de la restauración. Para sus respectivas misiones, que son parciales y limitadas, la persona que está a cargo de ella es de hecho la única y la mejor. Por esto se recibe esta revelación.
Además, cuando los hombres de fe ardiente desarrollan su comunicación espiritual, luego de haber alcanzado el mismo nivel que Adán y Eva antes de la caída están inclinados a caer por una prueba o tentación semejante a la que Adán y Eva fallaron en superar. En realidad es muy difícil superar una tentación así mientras que no se conozca el Principio. Es verdaderamente lamentable que muchos hombres religiosos, al fallar en esta prueba, hayan anulado en un instante los méritos ganados a través de las largas y amargas pruebas en su vida ascética.
¿Cómo podemos, entonces, evitar esta confusión entre los hombres con dones de comunicación espiritual? Dios ha dado misiones parciales a numerosos individuos con el fin de cumplir rápidamente el propósito de la providencia de la restauración, relacionándose con cada uno de ellos verticalmente durante el proceso de la providencia; por ello, los conflictos horizontales entre hombres con dones de comunicación espiritual son inevitables. Finalmente, en la consumación de la historia humana, todos llegarán a darse cuenta de que sus respectivas misiones les fueron otorgadas por Dios con un idéntico propósito: la realización de la providencia de la restauración. Mediante las nuevas Palabras de verdad que Dios dará en el momento oportuno ellos unificarán sus esfuerzos, estableciendo relaciones horizontales entre sí, con el fin de cumplir el propósito completo de la providencia de la restauración. Entonces, todos los hombres con dones de comunicación espiritual cesarán en su obstinada insistencia de que sólo su camino es la voluntad de Dios, y lograrán una justa comprensión de sus misiones providenciales. Así pues, no sólo podrán superar toda la confusión, sino que cada uno podrá también cumplir perfectamente su propia misión en el curso de su vida de fe.
(7) La primera resurrección.
La primera resurrección es la resurrección que hace posible la realización del propósito de la creación por vez primera desde el comienzo de la historia de la providencia de la restauración de Dios. Se restaurará el ser original eliminando el pecado original del hombre a través de la Segunda Llegada del Señor.
Por consiguiente, la esperanza de todos los cristianos es participar en la primera resurrección. ¿Qué clase de gente podrá participar en ella? Los que participarán serán aquellos que sean los primeros en creer en el Señor de la Segunda Llegada, siguiéndole y sirviéndole. Haciendo esto, ellos cooperan con él en el establecimiento de la condición de indemnización, a nivel general y mundial, para el curso de la providencia de la restauración. Así pues, cumplirán el propósito de la creación, llegando a ser hombres espirituales en la etapa de espíritus divinos, al eliminar el pecado original antes que los demás hombres. Esta será la gente que podrá participar en la primera resurrección.
A continuación, estudiemos qué significan los «ciento, cuarenta y cuatro mil» señalados en la Biblia. Con el fin de que el Señor cumpla la providencia de la restauración en su Segunda Llegada, él debe establecer el fundamento de victoria sobre el mundo Satánico. El debe establecer horizontalmente, durante su vida, a las personas que puedan restaurar por indemnización las posiciones de los santos y los sabios en la historia que han sido invadidos por Satán o que han fallado en cumplir su parte de responsabilidad. El número total de santos que el Señor de la Segunda Llegada debe encontrar y reunir para este propósito es ciento cuarenta y cuatro mil, como está escrito en el Apocalipsis 7:4 y 14:1-4.
En el curso de la providencia divina de la restauración, Jacob, que tenía la misión de restaurar la familia, comenzó su misión centrado en sus doce hijos; y Moisés comenzó su misión de restaurar la nación conduciendo a doce tribus. Cuando cada tribu se multiplica según el modelo de los doce hijos, el número total será ciento cuarenta y cuatro. Jesús, que tenía la misión de restaurar el mundo, tuvo doce discípulos con el fin de restaurar por indemnización el número ciento cuarenta y cuatro, a la vez física y espiritualmente. Pero, debido a su crucifixión, sólo pudo trabajar espiritualmente para la restauración por indemnización. Por consiguiente, de igual manera que Jacob tuvo doce hijos con el fin de restaurar, horizontalmente, por indemnización las doce generaciones verticales desde Noé a Abraham que habían sido reclamadas por Satán, así también el Señor de la Segunda Llegada debe establecer a un cierto número necesario de santos correspondiente al número ciento cuarenta y cuatro mil, con el fin de restaurar este número, horizontalmente, por indemnización a la vez espiritual y físicamente.
De acuerdo al principio de la creación, el espíritu del hombre fue creado para crecer sólo a través de la acción de dar y tomar entre los elementos de vida de Dios y los elementos de vitalidad del cuerpo del hombre. Por tanto, el hombre espiritual no puede crecer ni resucitar aparte de su cuerpo físico. Así pues, con el fin de que los hombres espirituales, que pasaron al otro mundo sin lograr la perfección en su vida física en la tierra, puedan resucitar, deben volver de nuevo a la tierra y cumplir la responsabilidad que dejaron sin realizar en su vida física en la tierra, a través de los cuerpos físicos de hombres en la tierra, cooperando con los santos en la tierra y ayudándoles a cumplir la misma misión. Por esta razón se dice en Judas 1: 14, que en los Ultimos Días el Señor vendrá «con sus santas miríadas ».
¿De qué manera cooperan los hombres espirituales con los hombres en la tierra para realizar la voluntad? Cuando los hombres en la tierra forman una base recíproca con los hambres espirituales, mediante oraciones y otras actividades espirituales, entonces los hombres espirituales descienden y forman bases recíprocas con los espíritus de los hombres en la tierra, cooperando así con ellos sobre estas bases. Así pues, los hombres espirituales derraman fuego espiritual sobre los hombres en la tierra, les dan el poder de curar enfermedades y les ayudan a hacer obras poderosas. Y más aún, ellos posibilitan a los hombres en la tierra ver muchas cosas del mundo espiritual en estado de trance, dándoles el don de la profecía e inspirándoles espiritualmente. Mediante estas actividades, como sustitutos del Espíritu Santo, cooperan con los hombres en la tierra para cumplir la voluntad de Dios.
(2) La resurrección a través de la segunda llegada de los hombres espirituales que eran cristianos durante sus vidas.
(i) La resurrección a través de la segunda llegada en la etapa de crecimiento.
Aquellos espíritus de formación de la Era del Antiguo Testamento que en sus vidas sirvieron ardientemente a Dios, observando la Ley en la tierra, descendieron todos después de la llegada del Mesías y cooperaron con los santos en la tierra para cumplir la voluntad, y de esta manera entraron en la etapa de espíritu de vida. Los hombres espirituales que vienen de nuevo y cooperan con los hombres en la tierra pueden obtener el mismo beneficio que estos hombres; llegando a ser espíritus de vida, entraron en el Paraíso. Llamamos a esto la «resurrección a través de la segunda llegada en la etapa de crecimiento».
Tomemos algunos ejemplos de la Biblia. Está claro que Elías aún estaba en el mundo espiritual, pues está escrito que Elías se apareció, como un espíritu, ante Jesús y sus discípulos (Mt. 17:3). Sin embargo, Jesús llamó a Juan Bautista «Elías». Jesús dijo esto porque Elías descendió a Juan Bautista y cooperó con él para cumplir la misión que no pudo terminar en la tierra, alcanzando así el propósito de la resurrección a través de la segunda llegada. Así pues, según el punto de vista de su misión, el cuerpo físico de Juan Bautista sustituía al de Elías.
Por otro lado, Mateo 27:52, afirma que después de la crucifixión de Jesús las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Esto no significa que sus cuerpos físicos, que ya se habían descompuesto en la tierra, resucitaran. Esto es, simplemente, un relato del hecho de que los hombres espirituales de la Era del Antiguo Testamento que habían permanecido en el mundo espiritual como espíritus de formación, descendieron con el fin de entrar en la etapa de espíritu de vida al cooperar con los santos en la tierra, quienes estaban en la posición de recibir el beneficio de la redención por la cruz. Si los santos de la Era del Antiguo Testamento hubieran resucitado literalmente de sus tumbas, seguramente habrían dado testimonio de Jesús como el Mesías. Entonces, ¿no habría creído el pueblo que Jesús era el Mesías después de haber oído el testimonio de los santos resucitados de las tumbas? Sus actividades habrían sido registradas en la Biblia. Pero no encontramos ningún relato de esta clase en la Biblia, aparte del hecho de que resucitaron de las tumbas. Según ésto, podemos comprender que eran hombres espirituales que sólo podían verlos por poco tiempo aquellos que tenían abiertos sus ojos espirituales.
En comparación con el Paraíso, al cual se podía entrar mediante la redención por la cruz de Jesús, la región donde estaban los hombres espirituales de la Era del Antiguo Testamento era oscura y llena de miseria; por esta razón se la llamaba «tumba».
(ii) La resurrección a través de la segunda llegada en la etapa de perfección.
Aquellos espíritus de vida de la Era del Nuevo Testamento que creyeron en Jesús en la tierra y fueron al Paraíso, tienen que volver de nuevo a la tierra después de la Segunda Llegada del Mesías. Estos espíritus, al colaborar con los santos en la tierra en creer y servir al Señor de la Segunda Llegada, ayudándoles así a alcanzar la etapa de espíritu divino, ellos mismos llegarán también a ser espíritus divinos. Así pues, podrán entrar en el Reino de los Cielos en el mundo espiritual junto con los santos en la tierra que entren en el Reino después de dejar sus cuerpos físicos. Esta providencia de la resurrección se llama la «providencia de la resurrección a través de la segunda llegada en la etapa de perfección». Según el punto de vista de esta providencia, los hombres en la tierra, por consiguiente, cooperarán con los hombres espirituales, y no digamos la cooperación de los hombres espirituales con los hombres en la tierra.
Hebreos 11:39-40, dice: «Y todos ellos [los santos de la Era del Antiguo Testamento], aunque alabados por su fe, no consiguieron el objeto de las promesas [permiso para entrar en el Reino de los Cielos]. Dios tenía ya dispuesto algo mejor [Reino de los Cielos] para nosotros [los hombres en la tierra], de modo que no llegaran ellos [hombres espirituales] sin nosotros [los hombres en la tierra] a la perfección [ciudadanos del Reino de los Cielos]». Este pasaje bíblico demuestra el principio de que los hombres espirituales en el mundo espiritual no pueden llegar a la perfección si no cooperan con los hombres en la tierra. También, en Mateo 18:18, se dice: «todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo», dando a entender que todo lo que está atado por los hombres espirituales no será desatado a no ser que los santos en la tierra lo hagan. Así pues, los hombres espirituales sólo pueden resucitar descendiendo a los santos en la tierra y cooperando con ellos. Por tanto, como leemos en Mateo 16:19, Jesús le dio a Pedro, que era el representante de los santos en la tierra, las llaves del Reino de los Cielos, para que pudiera abrir la puerta del Cielo aquí en la tierra.
(3) La resurrección a través de la segunda llegada de los hombres espirituales que viven fuera del Paraíso.
Primero, examinemos cómo los hombres espirituales que creían en religiones diferentes del Cristianismo en sus vidas pueden resucitar a través de su segunda llegada. De igual manera que todos los hombres, para cumplir un propósito común, deben primeramente establecer una base recíproca, así también los hombres en la tierra y los hombres espirituales deben establecer una base recíproca entre sí con el fin de cumplir el propósito de la providencia de la restauración. Por consiguiente, los hombres espirituales que vuelven para la resurrección, primeramente, escogen a hombres en la tierra con la misma religión que ellos tenían en sus vidas físicas como sus objetos adecuados con los cuales cooperar, y luego descienden a los hombres elegidos. Así pues, ayudándoles a cumplir el propósito de la restauración, ellos pueden recibir los mismos beneficios que los hombres en la tierra.
Segundo, investiguemos cómo los hombres espirituales buenos, que vivieron una vida de buena conciencia en la tierra aunque no tenían ninguna religión, pueden resucitar a través de la segunda llegada. No existe ningún hombre absolutamente bueno entre los hombres caídos, ya que llevan inherente el pecado original. Por consiguiente, al decir «hombres espirituales buenos» nos referimos a aquellos que poseen más elementos buenos que malos. Este tipo de hombres espirituales buenos descienden a hombres buenos en la tierra y cooperando con ellos en cumplir el propósito de la restauración de Dios, finalmente disfrutan de los mismos beneficios que éstos.
Tercero, estudiamos cómo los hombres espirituales malos pueden resucitar a través de su segunda llegada. En Mateo 25:41 leemos que los apartados a su izquierda están destinados al fuego eterno preparado para el «Diablo y sus ángeles». Los «ángeles» del Diablo son los hombres espirituales malos que trabajan bajo el control del Diablo. Las criaturas espirituales comunmente llamadas «fantasmas», cuya naturaleza se desconoce, son en realidad hombres espirituales malos. Estos espíritus malos también reciben el beneficio de la era descendiendo a los hombres en la tierra.
Sin embargo, no por todas sus obras los hombres espirituales malos reciben el beneficio de la resurrección a través de la segunda llegada. Para que los hombres espirituales malos puedan obtener el beneficio de la resurrección a través de su segunda llegada, -ante todo sus obras deben ayudar a establecer una condición de indemnización conforme a la intención de Dios de eliminar los pecados de los hombres en la tierra, castigándoles. Entonces, ¿de qué manera las obras de los espíritus malos ayudan a ejercer un juicio de parte de Dios?
Veamos un ejemplo. Suponed que hay un hombre en la tierra que está calificado para pasar de la esfera de beneficio del nivel familiar a la del nivel tribal, a través del beneficio de la era de la providencia de la restauración. Sin embargo, si este hombre tiene una cierta deuda de pecados, ya sea suya o de sus antepasados, no puede ir a la esfera de beneficio del nivel tribal sin antes haber liquidado la deuda estableciendo una condición correspondiente de indemnización. En este caso, Dios puede permitir al espíritu malo que atormente al hombre en la tierra como castigo por su pecado. Entonces, si este hombre soporta con agrado el tormento dado por el hombre espiritual malo, puede graduarse para pasar a la esfera de beneficio del nivel tribal por haber puesto la condición de indemnización superando la prueba. En este caso, el hombre espiritual malo recibe una parte del beneficio. De esta forma la providencia de la restauración amplía su círculo conforme al beneficio de la era, pasando de la esfera del beneficio del nivel familiar a la del nivel tribal, nacional y finalmente a la del nivel mundial. La persona a cargo de la providencia que tenga que graduarse para el nivel siguiente de la esfera del beneficio de la era debe establecer necesariamente una condición de indemnización correspondiente a la deuda de los pecados de ella misma o de sus antepasados. Hay dos métodos por los cuales los hombres espirituales malos pueden poner una condición de indemnización para los hombres en la tierra.
El primer método es que los hombres espirituales malos obren directamente con el hombre en la tierra que tiene que poner la condición de indemnización para eliminar su pecado. El segundo método es que el espíritu malo descienda a un hombre malo de la tierra y a través de él realice substancialmente las obras malas en contra del hombre que pone la condición de indemnización para eliminar sus pecados.
En ambos casos si el hombre soporta con agrado la obra del hombre espiritual malo, puede poner una condición de indemnización por sus propios pecados y por los de sus antepasados. De esta forma se le permite entrar en la esfera del beneficio de la nueva era. Así pues, las obras de los hombres espirituales malos ayudan a ejercer el juicio de los pecados de los hombres en la tierra, de parte de Dios. A través de sus obras, los hombres espirituales malos pueden también entrar en la esfera de beneficios de la nueva era, con los mismos beneficios que los hombres en la tierra.
La providencia de la restauración, que comenzó en un nivel individual se dirige hacia la meta final de la restauración del cosmos entero, después de pasar por el nivel familiar, el nivel nacional y el nivel mundial. Por ello, la misión de una cierta persona aunque sólo sea parcial, empieza primero como una misión individual y luego amplía su campo hasta llegar a ser una misión familiar, una misión nacional y finalmente una misión mundial. Ejemplos de esto en la Biblia son: Abraham, con una misión individual y familiar; Moisés, con una misión nacional, y Jesús, con una misión mundial.
También, los hombres espirituales que no pudieron cumplir sus misiones en la tierra, descienden a los hombres en la tierra que tienen misiones similares a las que ellos tenían en su vida en la tierra, y cooperan con ellos en la realización de la voluntad. Según el punto de vista de la misión, el cuerpo físico del hombre en la tierra sirve como el cuerpo del hombre espiritual. El hombre en la tierra, al recibir la cooperación del hombre espiritual, cumple la misión del hombre espiritual así como también la suya propia. En este caso, el hombre en la tierra es la «segunda llegada» del hombre espiritual que coopera con él, así que a menudo toma el mismo nombre del hombre espiritual. Por ello, con frecuencia los hombres en la tierra parecen ser la reencarnación del hombre espiritual. Tomemos un ejemplo de la Biblia. Juan Bautista, cumpliendo su misión mediante la cooperación de Elías, tenía que completar la misión que Elías no había terminado en la tierra. Jesús llamó a Juan Bautista «Elías» (ref. Sec. II, 3 [2]), debido a que el cuerpo de Juan era el sustituto del cuerpo de Elías.
En los Ultimos Días, los hombres en la tierra que tienen misiones específicas en el nivel mundial están en la posición de suceder a los hombres espirituales que tuvieron anteriormente estas misiones en la tierra, y también de completar estas misiones. Por consiguiente, estos hombres espirituales descienden a los hombres en la tierra que ellos han elegido v, cooperando con ellos, cumplen las misiones que dejaron incompletas en sus vidas en la tierra. Por esta razón, el hombre en la tierra que recibe la cooperación del hombre espiritual es la segunda llegada de ese hombre espiritual; también aparece como si fuera la reencarnación del hombre espiritual. Por esto mucha gente en los Ultimos Días dicen que son Cristo, Buda, Confucio o el «Olivo Verdadero» o el Arbol de la Vida. La doctrina de la reencarnación, mantenida por el Budismo, proviene de una interpretación por las apariencias exteriores, sin conocer la teoría de la «resurrección a través de la segunda llegada».
El tiempo de su visita puede variar conforme a la fe del individuo, su predisposición natural y las realizaciones de sus antepasados por la voluntad de Dios. De esta manera, más pronto o más tarde los santos en la tierra están destinados a servir al Señor de la Segunda Llegada y a dedicarse a la voluntad de Dios mediante la cooperación de los hombres espirituales del Paraíso que descienden a ellos. Por tanto, el Cristianismo está destinado a realizar su unificación.
Por esta razón, los hombres espirituales que creyeron en otras religiones aparte del Cristianismo en su vida en la tierra tendrán que volver de nuevo, al igual que los hombres espirituales del Paraíso, con el fin de recibir el mismo beneficio de la resurrección en el tiempo de la Segunda Llegada, aunque el tiempo de su visita puede variar conforme a sus posiciones espirituales. De esta forma, ellos están destinados a descender a los hombres en la tierra que pertenecen a sus religiones y conducirlos hacia el Señor de la Segunda Llegada, ayudándoles a tener fe y servir al Señor, para realizar así la voluntad de Dios. Por tanto, todas las religiones se unificarán finalmente, centralizadas en el Cristianismo.
El propósito último de la providencia de la restauración de Dios es salvar a toda la humanidad. Por ello, la intención de Dios es hacer desaparecer al Infierno completamente, después de que acabe el período de tiempo necesario para pagar completamente toda la indemnización. Si el Infierno permanece eternamente en el mundo de la creación incluso después de la realización del propósito del bien de Dios, llegaríamos a la contradicción de que Dios es imperfecto, sin hablar de la consiguiente imperfección de Su ideal de la creación y Su providencia de la restauración.
Si los corazones de los padres en las familias caídas se sienten acongojados por la desgracia de tan sólo uno de sus hijos, ¡cuánto más lo siente Dios, que es el Padre Celestial! En 2 Pedro 3:9, encontramos: «No se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa... sino que usa de paciencia con nosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión».
Por consiguiente, el Infierno no puede permanecer para siempre en el mundo ideal que tiene que realizarse de acuerdo con la voluntad de Dios. Las fuerzas de Satán incluso dieron testimonio de que Jesús era el hijo de Dios (Mt. 8:29). Cuando vengan los Ultimos Días, incluso los espíritus malos descenderán a los hombres en la tierra de su mismo nivel y cooperando con ellos tomarán parte en la realización de la voluntad de Dios. Finalmente, después de su debido período de tiempo, se conseguirá el propósito unificado de la creación.