Muchos cristianos creen literalmente lo que está escrito en la Biblia, en la que se afirma que en los Ultimos Días los cielos se encenderán y disolverán, y los elementos se derretirán con el fuego (2 Pe. 3:12); que el sol se obscurecerá y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo (Mt. 24:29); y que, a la llamada del arcángel y el sonido de la trompeta de Dios, los muertos en Cristo resucitarán primero, y aquellos que vivan y los que queden serán arrebatados juntos con ellos en las nubes, para encontrarse con el Señor en el aire (1 Ts. 4:16-17).
Uno de los problemas más importantes de los cristianos es decidir si estas cosas se realizarán literalmente, como dice la Biblia, o si están escritas en términos simbólicos, como en el caso comprobado de muchas otras partes de la Biblia. Para resolver este problema, debemos primero contestar a ciertas cuestiones referentes al propósito de Dios al crear todas las cosas, el significado de la caída humana y el propósito de la providencia de la salvación.
1. LA REALIZACION DEL PROPOSITO DE LA CREACION DE DIOS.
Como se ha explicado en «El Principio de la Creación», el propósito divino de la creación del hombre fue sentir alegría al ver realizada Su meta. Por lo tanto, el propósito de la vida del hombre es devolver alegría a Dios. ¿De qué manera, pues, puede el hombre devolver alegría a Dios y manifestar perfectamente el valor original de su existencia?
Toda la creación fue creada para ser el objeto de la alegría de Dios. Sin embargo, el hombre, como ha sido aclarado en «El Principio de la Creación», fue creado para ser el objeto substancial de Dios, devolviéndole alegría por la acción de su propia libre voluntad. Por ello, el hombre no puede llegar a ser el objeto de la alegría de Dios a no ser que conozca la voluntad de Dios y viva de acuerdo a ella por su propio esfuerzo. Por esta razón, el hombre fue creado de tal forma que pudiera conocer la voluntad de Dios y vivir conforme a ella eternamente, experimentando el corazón y celo de Dios como si fuera el suyo propio. A este estado del hombre le podemos llamar la «perfección de la individualidad». Adán, Eva y muchos profetas y santos, han podido comunicarse con Dios directamente, debido a que el hombre fue creado para disfrutar de estas capacidades.
La relación entre Dios y un hombre de individualidad perfecta puede ser comparada a la que existe en nuestra mente y nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo, es el templo de nuestra mente. Obedece las órdenes de nuestra mente y actúa de acuerdo a ella. Dado que Dios habita en la mente de un hombre de individualidad perfecta, tal hombre llegará a ser el templo de Dios y vivirá de acuerdo con la voluntad de Dios. Un hombre de individualidad perfecta llega a formar un solo cuerpo en unidad con Dios, de igual manera que ocurre con nuestra mente y nuestro cuerpo. Por ello, 1 Corintios 3:16 dice, «¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?», y Juan 14:20 dice, «Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros». El hombre que haya alcanzado la unidad con Dios, logrando que Su Espíritu more en él, al perfeccionar su individualidad y formar así un templo para Dios, tendrá entonces divinidad y no puede de ninguna manera cometer pecado; naturalmente, un hombre semejante no puede caer. Un hombre de individualidad perfecta es un hombre de bondad perfecta.
Si un hombre de bondad perfecta cayera, esto significaría que la bondad misma tendría la potencialidad del mal; esto es imposible. Por otra parte, si un hombre creado por el Dios omnipotente cayera después de la perfección, tendríamos que negar la omnipotencia de Dios. Por consiguiente, un hombre de individualidad perfecta nunca podría caer, porque, siendo el objeto de alegría de Dios, que es el sujeto eterno y absoluto, el hombre debería de igual manera poseer las cualidades de ser absoluto y eterno.
Si Adán y Eva con individualidades perfectas, sin posibilidad de pecar, hubieran establecido un hogar y una sociedad sin pecado, multiplicando hijos del bien conforme a la bendición de Dios (Gn. 1:28), se habría realizado el Reino de los Cielos, que tendría la forma de una gran familia centralizada en los mismos padres. El Reino de los Cielos tiene la forma de un hombre de individualidad perfecta. De igual manera que los miembros de un cuerpo trabajan con una relación horizontal entre sí de acuerdo a las órdenes verticales del cerebro, así también la sociedad debería estar organizada de tal forma que los hombres vivieran en una relación horizontal entre sí conforme a las órdenes verticales de Dios. En una sociedad semejante la gente no podría realizar ningún acto que dañara a sus vecinos, porque toda la sociedad experimentaría la misma aflicción que Dios siente hacia quienes sufren.
Aunque los hombres de esta sociedad fueran totalmente puros y sin pecado, si tuvieran que vivir en una civilización subdesarrollada similar a los pueblos primitivos, este mundo no podría ser la clase de mundo que Dios y el hombre ansiosamente han esperado. Ya que Dios bendijo al hombre para que fuese el señor de todas las cosas (Gn. 1:28), los hombres de individualidad perfecta subyugarían al mundo natural mediante una ciencia altamente desarrollada, y establecerían un ambiente social extremadamente confortable sobre la tierra. Este sería el lugar donde el ideal de la creación se habría realizado. No sería otra cosa mas que el Reino de los Cielos sobre la tierra.
Cuando el hombre perfecto, después de haber vivido en el Reino de los Cielos sobre la tierra, va al mundo espiritual, entonces el Reino de los Cielos se realizaría en el mundo espiritual. Por tanto, el propósito de la creación de Dios es establecer el Reino de los Cielos sobre la tierra.
2. LA CAIDA DEL HOMBRE.
Como se explica en «El Principio de la Creación», el hombre cayó mientras que era inmaduro y estaba aún en el período de crecimiento. Preguntas como por qué era necesario un período de crecimiento para el hombre y por qué los primeros antepasados del hombre cayeron durante su inmadurez, fueron contestadas en aquel capítulo.
El hombre, debido a su caída, no pudo llegar a ser el templo de Dios; en su lugar, se convirtió en la morada de Satán, formando una unidad con él. Naturalmente, el hombre adquirió una naturaleza mala en vez de poseer divinidad. Provocando así que los hombres de naturaleza mala, al multiplicar hijos del mal, establecieran hogares y sociedades malas y un mundo malo. Este es el Infierno sobre la tierra, en el cual los hombres caídos han estado viviendo. Los hombres en el Infierno no han podido establecer buenas relaciones horizontales entre sí, debido a que su relación con Dios fue interrumpida. Por ello, se complacieron en actos que injuriaban a sus vecinos, porque no podían sentir el sufrimiento y los problemas de sus vecinos como los suyos propios.
Los hombres que viven en el Infierno en la tierra pasan al Infierno en el mundo espiritual después de dejar sus cuerpos físicos. De esta manera, los hombres establecieron el mundo de la soberanía de Satán en vez del mundo de la soberanía de Dios. Por esto, se designó a Satán como «el príncipe de este mundo» (Jn. 12:31) o «el dios de este mundo» (2 Co. 4:4).
1. LA PROVIDENCIA DE LA SALVACION ES LA PROVIDENCIA DE LA RESTAURACION.
Este mundo malo lleva sufrimiento al hombre y causa aflicción a Dios (Gn. 6:6). ¿Dejaría Dios tal como está a este mundo de dolor? Si el mundo del bien, que Dios creó para la máxima alegría, va a continuar siempre siendo un mundo de pecado, lleno de dolor debido a la caída humana, Dios sería un Dios fracasado e incapaz. Por consiguiente, Dios salvará a este mundo de pecado por todos los medios.
¿En qué medida salvaría Dios a este mundo? Primeramente, Dios debe salvarlo hasta el punto en el que el hombre pueda restaurar la posición que había alcanzado antes de la caída de los primeros antepasados humanos. Dios debe hacer esto eliminando completamente el poder malo de Satán en este mundo de pecado (Hch. 26:18). Entonces, Dios debe desarrollar Su providencia hasta el grado en el que El pueda dominar al mundo directamente mediante el cumplimiento del propósito bueno de la creación (Hch. 3:21).
Salvar a un hombre enfermo es restaurarlo al estado de salud que disfrutaba antes de la enfermedad. Salvar a un hombre que está ahogándose, es restaurarlo al estado en el que estaba antes de que se cayera al agua. De igual manera, salvar a un hombre caído en pecado significa restaurarle a la posición original de pureza que disfrutaba en un principio. Por lo tanto, la «providencia de la salvación» de Dios es la «providencia de la restauración» (Hch. 1:, Mt. 17:11).
La caída humana es, naturalmente, el resultado del propio error del hombre. Sin embargo, Dios, como el Creador, es también responsable del resultado. Si Dios no hubiera creado al hombre, la caída no habría ocurrido. Por ello, Dios se ha sentido obligado a restaurar las consecuencias del error del hombre a su estado original de antes de la caída. Dios es el sujeto eterno. Por consiguiente, la vida del hombre, que fue creado como Su eterno objeto de alegría, debería también ser eterna. De acuerdo con el Principio, Dios creó al hombre para la eternidad. Aunque el hombre cayó, Dios no puede destruirle, debido a que esto negaría el principio de la creación. Por tanto, Dios debe salvar al hombre y restaurarlo a su posición original en la creación.
Dios prometió realizar Sus tres grandes bendiciones después de la creación del hombre (Gn. 1:28). El dice en Isaías 46:11: «Tal como lo he dicho, así se cumplirá; como lo he planeado, así lo haré». Conforme a sus propias palabras, Dios ha estado obrando para cumplir Su promesa desarrollando la providencia de la restauración de estas bendiciones, perdidas al principio a causa de Satán. Cuando Jesús dijo a sus discípulos en Mateo 5:48, «Sed, pues, vosotros perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial», quiso decir que deberían restaurarse a la posición del hombre original de la creación. Visto según el principio de la creación, el hombre original de la creación debería ser tan perfecto como Dios, adquiriendo divinidad eterna debido a su unidad con Dios.
2. EL PROPOSITO DE LA PROVIDENCIA DE LA RESTAURACION.
¿Cuál es el propósito de la providencia de la restauración? Es realizar el Reino Celestial, el eterno objeto de bondad para Dios, pues éste fue Su propósito original de la creación. En el principio, Dios creó a los hombres sobre la tierra y proyectó realizar el Reino de los Cielos sobre la tierra centralizado en ellos. Sin embargo, El no pudo cumplir Su voluntad, debido a la caída humana. Por lo tanto, el propósito principal de la providencia de la restauración es sin duda restaurar el Reino de los Cielos sobre la tierra. Jesús, que vino con el fin de cumplir el propósito de la providencia de la restauración, dijo a sus discípulos que oraran para que la voluntad de Dios fuera hecha así en la tierra como en el ciclo (Mt. 6:10), y advirtió a su pueblo que se arrepintieran, porque el Reino de los Cielos estaba cerca (Mt. 4:17), debido a que el propósito de la providencia de la restauración es restaurar el Reino de los Cielos sobre la tierra.
3. LA HISTORIA HUMANA ES LA HISTORIA DE LA PROVIDENCIA DE LA RESTAURACION.
Hemos aclarado previamente que la providencia de la salvación de Dios es la providencia de la restauración. Por tanto, la historia humana es el período de la providencia durante la cual Dios planeó salvar a los hombres caídos y hacer que restaurasen el mundo original del bien. Estudiemos ahora, según diferentes puntos de vista, el hecho de que la historia es la historia de la providencia de la restauración.
Primeramente, consideraremos la historia humana según el punto de vista de la historia del desarrollo de las esferas culturales. En todas las épocas y países, incluso los hombres más malos tenían en común el deseo de la mente original de perseguir el bien, rechazando el mal. Por consiguiente, todos los hombres abrigaban el idéntico propósito fundamental de perseguir y realizar el bien, aunque es también verdad que han creado una historia de luchas llena de constantes conflictos que surgían a causa de las diferencias, según el tiempo y lugar, en las concepciones del bien y sus métodos para llevarlo a la práctica.
¿Por qué la mente original del hombre se dirige irresistiblemente hacia el bien? Es debido a que Dios, el sujeto del bien, creó al hombre como Su objeto substancial para que realizara el propósito del bien. Por ello, la mente original del hombre busca el bien, aunque el hombre caído sea incapaz de llevar una vida buena, debido a la obra de Satán. La meta de la historia, que ha sido confeccionada por tales hombres, debería ser conseguir el mundo del bien.
A pesar de la dura lucha de la mente original del hombre por alcanzar el bien, el hombre nunca encuentra el bien verdadero en este mundo bajo el control de Satán. Por esta razón, el hombre ha deseado encontrar su sujeto del bien en el mundo trascendente del tiempo y del espacio. La religión ha nacido como una consecuencia de esta inevitable demanda de los hombres. El hombre, que cayó en la ignorancia de Dios debido a la caída, siempre ha tratado de comunicarse con Dios persiguiendo constantemente el bien mediante la religión.
Aunque los individuos, razas o naciones de una cierta religión hayan perecido, la religión misma ha supervivido hasta el presente. Estudiemos ahora estos hechos históricos, centrados en la historia del alzamiento y decadencia de las naciones.
Cuando examinamos la historia de China, encontramos que cada era de Ch'un Ch'iu fue seguida por una era unificada de Ch'in; y las eras de Ch'ien Han, Shin, Hou Han, San Kuo, Si Tsin, Tung Tsin y Nan Pei Ch'ao, fueron seguidas por la era unificada de Sui y T'ang; y las eras de las Cinco Dinastías (Pei Sung, Nan Sung, Yuan, Ming y Ch'ing), fueron seguidas por la República de China actual. Aunque durante todas estas eras se han sucedido el alzamiento y la decadencia de muchas naciones y con ello muchos cambios en el poder político, sin embargo las tres religiones del Lejano Oriente; Confucionismo, Budismo y Sun-Kyo aún existen con plena fuerza.
Cuando estudiamos la historia de India, vemos que el imperio de Mauryas, fue seguido por el de Andhra, el cual fue seguido en cambio por los de Gupta, Barudanah, Sahman, Razuni, Maghal, y la India actual. Aunque la nación sufrió muchos cambios durante todas estas eras, el Hinduísmo supervivió. De nuevo, cuando observamos la historia del Oriente Medio, vemos que el Imperio Sarraceno, fue seguido por el Califato del Este y Oeste, que en cambio fue seguido por Selpuk Turquía y Osman Turquía, con sus poderes políticos en constante cambio. Sin embargo, la religión del Islam ha continuado existiendo.
Examinemos también la corriente principal de la Historia Occidental. La dirección del mundo occidental estuvo sucesivamente en manos de Grecia, Roma, Gales, España y Portugal. Luego, temporalmente en manos de Francia y Holanda; luego fue arrebatada por Gran Bretaña y está recientemente dividida entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. No obstante, el Cristianismo ha continuado floreciendo. Incluso en la Unión Soviética, bajo la tiranía establecida sobre el fundamento del materialismo, el Cristianismo ha supervivido.
Examinando el alzamiento y decadencia de las naciones según este punto de vista, podemos también ver que las potencias que persiguieron a la religión todas perecieron, mientras que aquellas que protegieron y fomentaron la religión prosperaron. La historia nos testifica que, al pasar el papel central de una nación a otra, en todos los casos se traspasaba a otro país que elevaba la religión aún más que el anterior. Así pues, la historia de la religión nos enseña que vendrá sin duda el día en el que el mundo del comunismo, que persigue a la religión, perecerá.
Han existido muchas religiones en la historia humana. De entre ellas, las religiones de mayor influencia formaban inevitablemente esferas culturales, en un número de 21 a 26. Sin embargo, con el fluír de la historia, las inferiores han sido absorbidas por las superiores o se han unido con ellas gradualmente. En los años recientes, han emergido cuatro grandes esferas culturales del alzamiento y decadencia de las naciones. Asia Oriental (Confucionismo, Budismo), Hinduísmo, Islam (Mahometanismo) y Cristianismo. Ahora se está formando una sola esfera cultural mundial centrada en el Cristianismo. Por ello, podemos darnos cuenta según esta tendencia histórica que el Cristianismo tiene, como su misión última, la realización del propósito de todas las religiones que han estado dirigiéndose hacia la meta del bien. La historia del desarrollo de las esferas culturales nos muestra una tendencia hacia la formación de una única esfera cultural mundial, centrada en una religión, mediante la unificación de numerosas religiones. Esta es una prueba de que la historia humana está dirigida hacia la restauración de un solo mundo unificado.
La segunda manera de comprender que la historia humana es la historia de la providencia de la restauración, es examinando la meta común de la religión y la ciencia. Como ya fue afirmado en la «Introducción General», la religión y la ciencia, que han obrado respectivamente para vencer los dos aspectos de la ignorancia humana originada por la caída, deberían unificarse hoy día. La religión y la ciencia, que hasta ahora han estado desarrollándose sin ninguna conexión, están destinadas a encontrarse en un mismo lugar, después de haber estado progresando respectivamente hacia la misma meta. Esto nos enseña claramente que la historia humana ha seguido el curso providencial de la restauración del mundo original de la creación. Si no hubiera sido por la caída, la capacidad intelectual del hombre se habría desarrollado al máximo grado en espíritu (verdad interior), estimulando así, naturalmente, a un grado correspondiente de desarrollo exterior a través de la ciencia. La ciencia, entonces, habría avanzado muy rápidamente, llegándose al nivel de desarrollo científico actual en los días de nuestros primeros antepasados humanos.
Sin embargo, debido a la caída, el hombre cayó en la ignorancia, no siendo capaz de lograr una sociedad altamente desarrollada. A partir de entonces, ha luchado para restaurar el mundo ideal del desarrollo científico que debería haberse logrado en el comienzo, tratando de vencer la ignorancia por medio de la ciencia. El elevado desarrollo científico actual está restaurando exteriormente la etapa inmediatamente anterior a la transición a un mundo ideal.
La tercera manera por la que podemos observar que la historia humana es la historia de la providencia de la restauración, es según la tendencia en la historia de luchas. Las batallas por las riquezas, tierras y pueblos han acompañado al desarrollo de la sociedad humana a lo largo de la historia hasta el momento presente. Estas luchas han ampliado su campo, extendiéndose desde la familia a la tribu, y así en adelante hasta el nivel social, nacional y finalmente mundial. Los dos mundos de la democracia y el comunismo se enfrentan ahora en una guerra final ideológica. Al término de la historia pecaminosa de la humanidad, las naciones habrán superado la etapa histórica en la que se creía lograr la felicidad de las riquezas, tierras y pueblos que saqueaban. Después de la I Guerra Mundial, vimos que las naciones derrotadas fueron obligadas a liberar sus colonias, pero después de la II Guerra Mundial las naciones victoriosas liberaron voluntariamente a sus colonias y las hicieron libres. Las grandes potencias de hoy han permitido a las pequeñas potencias, a veces más pequeñas y débiles que una sola ciudad de las grandes potencias, que se conviertan en estados miembros de las Naciones Unidas. Las grandes potencias las han hecho naciones hermanas no sólo proporcionándoles alimentos, sino también dándoles derechos y deberes al igual que las demás grandes potencias.
¿Cómo será, pues, la lucha final? Será una lucha entre ideologías. Sin embargo, la lucha entre los dos mundos de la democracia y el comunismo nunca cesará a menos que aparezca la verdad definitiva, que pueda superar completamente a la visión materialista de la historia que amenaza al mundo actual. Cuando aparezca esta última verdad que pueda resolver los problemas de la religión y la ciencia con un solo tema unificado, la ideología comunista, que hasta ahora ha intentado desarrollarse sólo con la ciencia negando la religión, será superada. Así pues, los dos mundos finalmente serán completamente unificados bajo una sola ideología. Así, vemos que según la tendencia de la historia de luchas humanas, no podemos negar el hecho de que la historia humana es la historia providencial de la restauración del mundo original de la creación.
La cuarta manera es analizar esta cuestión centrados en la Biblia. El propósito de la historia humana es restaurar el Jardín del Edén con el Arbol de la Vida en el centro (Gn. 2:9; ref. Parte I, Cap. II, Sec. I, l). «El Jardín del Edén» no significa el área limitada en la cual fueron creados Adán y Eva, sino toda la tierra. Si el Jardín del Edén fuera la región limitada donde los primeros antepasados humanos fueron creados, ¿cómo podrían vivir los innumerables miembros de la humanidad en un lugar tan pequeño? Sería necesario un número extremadamente grande de gente para llenar la tierra conforme a la bendición de Dios dada al hombre (Gn. 1:28).
Debido a la caída de los primeros antepasados humanos, este Jardín del Edén terrenal, que Dios pensó establecer con el Arbol de la Vida en su centro, cayó en manos de Satán (Gn. 3:24). Por tanto, cuando la historia mala de la humanidad que comenzó en el Alfa concluya en el Omega, la esperanza y gloria de los hombres caídos será lavar sus vestiduras y entrar en el Jardín del Edén restaurado, y restaurar así su derecho al Arbol de la Vida (Ap. 22:13-14). Entonces, ¿qué significan estos versículos bíblicos?
Como fue aclarado en «La Caída del Hombre», el Arbol de la Vida significa el Adán perfecto, quien tenía que ser el Verdadero Padre de la humanidad. Debido a la caída de los primeros padres humanos, sus descendientes nacieron con pecado original; por consiguiente, con el fin de que estos hijos del pecado puedan ser restaurados en hombres originales de la creación, todos los hombres deben nacer de nuevo, como dijo Jesús (ref. Parte I, Cap. VII, Sec. IV, l). Por tanto, la historia es la búsqueda del hombre del Verdadero Padre que pueda dar nueva vida a toda la humanidad; es decir, Cristo. El Arbol de la Vida mencionado en el Apocalipsis a quien los santos de los Ultimos Días deben encontrar, no significa otra cosa sino Cristo, el Salvador. Según estos versículos bíblicos, sabemos que el propósito de la historia humana es restaurar el Jardín del Edén en su forma original, centrado en Cristo, que viene como el Arbol de la Vida.
En Apocalipsis 21:1, también leemos que al término de la era aparecerán un nuevo cielo y una nueva tierra. Significa que el viejo cielo y la vieja tierra que habían estado bajo el dominio Satánico van a ser restaurados en un nuevo cielo y una nueva tierra bajo el dominio de Cristo, centralizado en Dios. También Romanos 8:19-22, dice que toda la creación está sufriendo como en dolores de parto bajo el dominio de Satán, esperando con ansia la revelación de los hijos de Dios, que tengan la naturaleza original de la creación. Ellos estarán bien calificados para dominar toda la creación, con el fin de construir un nuevo mundo (Ap. 21:5), al ser restaurado a la posición original de la creación, en vez de perecer por el fuego en los Ultimos Días.
Considerada desde estos puntos de vista, podemos percibir muy claramente que la historia humana es la historia de la providencia divina de la restauración del mundo original de la creación.
1. SIGNIFICADO DE LOS ULTIMOS DIAS.
Hemos explicado ya que las tres grandes bendiciones, que Dios concedió a nuestros antepasados humanos, no fueron realizadas centralizadas en Dios a causa de la caída del hombre. En vez de ello fueron realizadas centradas en Satán en el reino fuera del Principio. La historia humana, aunque comenzó con el mal, es en verdad la historia providencial de la restauración a través de la cual Dios ha estado obrando. Así pues, el mundo malo bajo el dominio de Satán será transformado en el mundo de la buena soberanía, una vez que sean realizadas las tres grandes bendiciones centralizadas en Dios.
La era en la que el mundo malo bajo la soberanía de Satán se transforma en el mundo ideal de la creación bajo la soberanía de Dios se llama los «Ultimos Días». En otras palabras, los «Ultimos Días» significa la era en la que el Infierno en la tierra se transforma en el Reino de los Cielos en la tierra. Por consiguiente, no será un día de terror en el que concurrirán muchas catástrofes naturales, como los cristianos han creído hasta el presente, sino un día de alegría en el que se realizará la esperanza más grande de la humanidad, mantenida firmemente durante todo el largo curso de la historia desde la creación del mundo. A partir de la caída humana, Dios ha obrado continuamente en Su providencia de destruir el mundo del pecado y restaurar el mundo del bien conforme a la naturaleza original de la creación (los detalles serán explicados en la Parte II, Cap.I). No obstante, en todos los casos, el hombre falló en cumplir su parte de responsabilidad, frustrando así la realización de la voluntad de Dios. Como consecuencia de esto, la Biblia aparentemente indica que ha habido varios Ultimos Días.
(1 ) Los días de Noé fueron los Ultimos Días.
Génesis 6:13, dice: «He decidido acabar con toda carne, porque la tierra está llena de violencia por culpa de ellos. Por eso, he aquí que voy a exterminarlos de la tierra», indicando así que los días de Noé eran los Ultimos Días.
¿Por qué los días de Noé se pueden llamar los Ultimos Días? Dios pensó destruir el mundo corrupto centrado en Satán mediante el juicio del diluvio después de los 1.600 años de historia llena de pecado, dejando sólo a la familia de Noé, que creía en Dios. Sobre la base de la fe de Noé, Dios pensó restaurar el mundo ideal de Su soberanía. Por tanto, los días de Noé pueden ser llamados los Ultimos Días (ref. Parte II, Cap. I, Sec. 11). Debido al acto corrupto de Cam (Gn. 9:22), el segundo hijo de Noé, la voluntad de Dios fue anulada, porque la familia de Noé falló en cumplir su parte de responsabilidad en representación de toda la humanidad.
(2) Los días de Jesús fueron los Ultimos Días.
La predestinación divina de Su voluntad de cumplir el propósito de la providencia de la restauración es absoluta, pues no puede ser cambiada (ref. Parte I, Cap. VI).
Por tanto, aunque Su providencia de la restauración centrada en Noé no fue cumplida, Dios escogió a otros profetas para que establecieran el fundamento de fe. El mandó a Jesús para que destruyera el mundo malo centrado en Satán y restaurara el mundo ideal centrado en Dios. Así pues, los días de Jesús eran también los Ultimos Días. Por esta razón, Jesús dijo que vino como el Señor del Juicio (Jn. 5:22). Por esto también Malaquías profetizó:
«Pues he aquí que viene el Día, abrasador como un horno, y serán todos los arrogantes y los que cometen impiedad como paja; y los consumirá el Día que viene... hasta no dejarles raíz ni rama». (MI. 3:19)
Jesús vino para restaurar el mundo ideal en la forma proyectada al tiempo de la creación. Sin embargo, debido a la incredulidad del pueblo infiel, la parte de responsabilidad del hombre no fue cumplida, prolongándose la realización de la voluntad de Dios hasta el tiempo de la Segunda Llegada del Señor.
(3) Los días de la Segunda Llegada del Señor son también los Ultimos Días.
Jesús fue al final crucificado, dando sólo la salvación espiritual. El tiene que completar el propósito de la providencia de la salvación del espíritu y del cuerpo en el tiempo de la Segunda Llegada (ref. Parte 1, Cap. IV, Sec. I, 4), realizando así la restauración del Reino de Dios sobre la tierra. Naturalmente, los días de la Segunda Llegada del Señor son también los Ultimos Días.
Por esto Jesús dijo que: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre» (Lc. 17:26), y también dijo que sucederían muchas catástrofes naturales en el tiempo de la Segunda Llegada (Mt. 24:29).
2. PASAJES BIBLICOS REFERENTES A LOS SIGNOS DE LOS ULTIMOS DIAS.
Muchos cristianos creen que en los Ultimos Días ocurrirán en la sociedad humana numerosas catástrofes naturales y cambios radicales más allá de la imaginación de los hombres modernos, como los versículos bíblicos dicen literalmente. Sin embargo, si nosotros comprendemos que la historia humana es la historia providencial de la restauración del mundo a la forma original proyectada por Dios en el tiempo de la creación, entonces podemos darnos cuenta que los signos de los Ultimos Días no ocurrirán literalmente. Examinemos lo que simbolizan los relatos bíblicos que se refieren a los Ultimos Días.
(1 ) El cielo y la tierra serán destruidos (2 Pe. 3:12, Gn. 6:13) y un cielo nuevo y una tierra nueva serán creados (Ap. 21:1, 2 Pe. 3:13, Is 66:22).
Génesis 6:13, dice que Dios quería destruir la tierra porque estaba llena de violencia y corrupción en los Ultimos Días. Sin embargo, El no destruyó literalmente el mundo. Sabemos que la tierra es eterna según versículos bíblicos tales como Eclesiastés 1:4, que dice: «Una generación va, otra generación viene, pero la tierra para siempre permanece», y en Salmos 78:69, que dice: «Construyó, como las alturas del cielo, Su santuario, como la tierra que fundó para siempre». Dios, el sujeto, es eterno; por tanto, sus objetos deberían ser también eternos. Naturalmente, la tierra, que fue creada como el objeto de Dios, debería ser eterna.
Dios, omnipotente y omnisciente, no pudo haber sentido alegría de Su creación si la hubiera hecho con la posibilidad de ser destruída por Satán. ¿A qué podemos comparar esto? Destruir una nación significa derribar la soberanía, mientras que erigir una nueva nación (Ap. 21:1), es establecer una nación con una nueva soberanía. De igual manera, destruir el cielo y la tierra, significa derribar la soberanía de Satán, que es quien los domina; y fundar un cielo nuevo y una tierra nueva, significa restaurar un nuevo cielo y tierra bajo la soberanía de Dios (Ap. 21:1).
(2) El cielo y la tierra serán juzgados por el fuego (2 Pe. 3:12).
2 Pedro 3:12, dice que en los Ultimos Días « ... los cielos, en llamas, se disolverán, y los elementos, abrasados, se fundirán?». En Malaquías 3:19, está profetizado que, en los días de Jesús, El vendrá como el Señor del Juicio (Jn. 5:22,9:39) y que juzgará con fuego. En Lucas 12:49, Jesús dijo que venía a prender fuego en la tierra. No obstante, no hay en los días de Jesús ningún indicio de juicio con fuego literal. Esto, entonces, debe ser en sentido figurado. Santiago 3:6, dice: «La lengua es fuego». Por ello, podemos comprender que el juicio por fuego es el juicio por la lengua, que significa naturalmente el juicio por la Palabra. Así pues, el juicio por fuego es el juicio por la Palabra.
Leamos entonces los versículos bíblicos que se refieren al juicio por la Palabra. Juan 12:48, dice que quien rechaza a Jesús y no recibe sus palabras, ya tiene juez que le juzgue, y que la Palabra que Jesús ha hablado serán su juez el último día.
2 Tesalonicenses 2:8, dice que el Impío se manifestará y el Señor Jesús le matará con el «soplo de su boca»; es decir, su Palabra. Además, en Isaías HA, se lee: «... Herirá el hombre cruel con la vara de su boca (lengua), con el soplo de sus labios (palabras) matará al malvado»; mientras que Juan 5:24, dice: «el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida». Así pues, el juicio por fuego significa el juicio por la Palabra.
¿Cuál debe ser, pues, la razón del juicio por la Palabra? Juan 1:3, afirma que el hombre fue creado por la Palabra. En consecuencia, el propósito divino de la creación era que el primer hombre debería haber cumplido el propósito de la Palabra, convirtiéndose en la encarnación de la Palabra; pero cayó sin guardar la Palabra de Dios, no cumpliendo así el propósito de la Palabra.
Por consiguiente, Dios intentó de nuevo cumplir el propósito de la Palabra, recreando a los hombres caídos conforme a la Palabra; ésta es la providencia de la restauración por la Palabra de verdad (Biblia). Juan 1:14, dice: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único». Así pues, Cristo vendrá de nuevo como la encarnación de la Palabra. Convirtiéndose en el modelo de juicio por la Palabra, El juzgará hasta qué grado la humanidad ha cumplido el propósito de la Palabra. El propósito de la providencia de la restauración será realizado cuando se cumpla el propósito de la Palabra; así que el modelo o medida del juicio debe ser la Palabra. En Lucas 12:49, Jesús dice: «He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!. El había venido como la encarnación de la Palabra» (Jn. 1 :14), para proclamar la Palabra de vida.
(3) Los muertos resucitarán de sus tumbas (Mt. 27:52, 1 Ts. 4:16). En Mateo 27:52-53, se dice que cuando Jesús murió: «Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos».
Esto no significa que la carne resucitara literalmente de la corrupción (ref. Parte I, Cap. V, Sec. 11, 3). Si los santos de la Era del Antiguo Testamento que vivían en el mundo espiritual hubieran resucitado literalmente y saliendo de sus tumbas, hubieran entrado en la ciudad y se hubieran aparecido a muchos, habrían testificado al pueblo judío acerca de Jesús, pues ellos sabían que Jesús era el Mesías. Si esto hubiera ocurrido, aunque Jesús había sido ya crucificado, no habría habido nadie que no creyera en Jesús después de oír estos testimonios. Si los santos de la Era del Antiguo Testamento hubieran resucitado literalmente de sus tumbas, tomando de nuevo su carne, sus obras habrían sido relatadas en la Biblia. Sin embargo, no hay ningún relato de esta clase en la Biblia.
Entonces, ¿cuál es el significado de «resucitar de las tumbas»? Esto relata el hecho de que los hombres espirituales de la Era del Antiguo Testamento resucitaron y se aparecieron en la tierra en espíritu (ref. Parte 1, Cap. V, Sec. II, 3), de igual manera que Moisés y Elías se aparecieron a Jesús en el Monte de la Transfiguración (Mt. 17:3).
Entonces, ¿qué significa, pues, la «tumba»? El reino de los espíritus de formación, la morada de los santos de la Era del Antiguo Testamento, era un lugar más obscuro que el Paraíso, que fue abierto por Jesús. Este reino de espíritus de formación fue asemejado a una «tumba». Los hombres espirituales de la Era del Antiguo Testamento que moraban en esta región del mundo espiritual se aparecieron a los santos de la tierra.
(4) Los hombres de la tierra serán arrebatados para encontrarse con el Señor en el aire ( 1 Ts. 4:17).
El «aire» mencionado aquí, no significa la atmósfera. En la Biblia, «tierra» significa generalmente el mundo caído de la soberanía mala, mientras que el «cielo» significa el mundo sin pecado de la soberanía buena. Nuestra comprensión aumenta cuando leemos el versículo bíblico que dice: «Padre nuestro que estás en los cielos» (Mt. 6:9), a pesar de que Dios es omnipresente. También leemos, « ... sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre» (Jn. 3:13), aunque Jesús nació en la tierra.
Así pues, «encontrarse con el Señor en el aire», significa que los santos recibirán al Señor en el mundo de la soberanía buena, cuando Cristo vuelva de nuevo y restaure el Reino de los Cielos sobre la tierra, destruyendo la soberanía Satánica.
(5) El sol y la luna se obscurecerán, las estrellas caerán del cielo (Mt. 24:29).
Génesis 37:9, describe el sueño de José, el undécimo hijo de los doce hijos de Jacob:
«Volvió a tener otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Díjoles: 'He tenido otro sueño: Resulta que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí'. Se lo contó a su padre y a sus hermanos, y su padre le reprendió y le dijo: '¿Qué sueño es ese que has tenido? ¿Es que yo, tu madre y tus hermanos vamos a venir a inclinamos ante tí hasta el suelo?'».
José creció hasta convertirse en un hombre y llegó a ser el primer ministro de Egipto. Entonces se hizo realidad el sueño cuando sus padres y hermanos de verdad fueron y se inclinaron ante él. De acuerdo con estos pasajes bíblicos, el sol y la luna simbolizan a los padres, y las estrellas simbolizan a los hijos. Como se explica en «Cristología» (ref. Parte I, Cap. VII), Jesús y el Espíritu Santo vinieron como los Verdaderos Padres, en lugar de Adán y Eva para dar nuevo nacimiento a la humanidad. Por consiguiente, el sol y la luna simbolizan a Jesús y al Espíritu Santo y las estrellas simbolizan a los santos como sus hijos.
En la Biblia, Jesús fue comparado a la «Luz verdadera» (Jn. 1:9), porque él vino como la Palabra hecha carne (Jn. 1: 14), como la luz de la verdad. Naturalmente, la luz del sol simboliza a la luz de las palabras de Jesús y la luz de la luna significa la luz del Espíritu Santo, que vino como el Espíritu de la verdad (Jn. 16:13). Por tanto, que el sol y la luna pierdan su luz, significa que las Palabras del Nuevo Testamento de Jesús y el Espíritu Santo perderán su luz.
¿Cómo van a perder su luz las Palabras del Nuevo Testamento? De igual manera que las Palabras del Antiguo Testamento perdieron su luz cuando Jesús y el Espíritu Santo vinieron con nuevas Palabras, con el fin de completar las Palabras del Antiguo Testamento así también las Palabras del Nuevo Testamento que Jesús dio a la gente en su Primera Llegada también perderán su luz cuando Cristo venga de nuevo con la nueva Palabra, con el fin de completar las Palabras del Nuevo Testamento, construyendo así un cielo nuevo y una tierra nueva (Ap. 21 : 1, ref. Parte I, Cap. III, Sec. V, l). En este sentido, que las Palabras pierdan su luz, significa que el período de su misión ha concluido con la llegada de la nueva era.
Que las estrellas caerán del cielo significa que los santos en los Ultimos Días ofenderán al Señor y fallarán. De igual manera que los líderes de la religión judía, que estaban ansiosamente esperando la llegada del Mesías, todos cayeron al ofender a Jesús, el Mesías, así también fue profetizado que, por ignorancia, muchos cristianos que anhelan ansiosamente la Segunda Llegada del Señor le ofenderán igualmente y le fallarán en ese día, cayendo de igual forma (ref. Parte II, Cap. VI, Sec. II, 2).
En Lucas 18:8, Jesús preguntó « ... cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?». En otra ocasión (Mt. 7:23), dijo que declararía a los cristianos fervientes, «¡Jamás os conocí; apartaros de mí, agentes de iniquidad!». Todo esto lo dijo para advertir a los cristianos de los Ultimos Días en contra de su posible ofensa, debido a que él previó su incredulidad.
Examinando el grado actual de cumplimiento de las tres grandes bendiciones dadas al hombre, que Dios estableció como el propósito de Su providencia de la restauración, podemos probar que hoy estamos en los Ultimos Días. Por esta razón, Jesús dijo:
«De la higuera aprended esta parábola; cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, caéis en la cuenta de que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todo esto, caed en cuenta de que El está cerca, a las puertas» (Mt. 24:32-31)
1. EL FENOMENO DE LA RESTAURACION DE LA PRIMERA BENDICION.
Como ya se explicó en «El Principio de la Creación», la primera bendición de Dios a Adán y Eva era que perfeccionaran su individualidad. Según los siguientes fenómenos, podemos decir que la providencia de Dios de la restauración de los hombres caídos a su estado original de la creación de individualidad perfecta, ha alcanzado su etapa final.
De la primera forma que podemos ver esto, es según el hecho de que el nivel espiritual de los hombres caídos está siendo restaurado. Como se afirmó anteriormente, un hombre de perfección llega a formar un solo cuerpo con Dios en corazón y celo, de tal manera que el hombre y Dios se pueden comunicar el uno con el otro completa y libremente. Adán y Eva, aunque no eran totalmente perfectos, estaban en la etapa en la que podían comunicarse directamente con Dios, antes de caer y causar que su descendencia cayera en la ignorancia de Dios.
El nivel espiritual se restaura gradualmente a medida que los hombres caídos reciben el beneficio de la era en la providencia de la restauración. Por ello, en los Ultimos Días muchos santos alcanzarán el punto en el cual puedan comunicarse con Dios, como se dice en Hechos 2:17:
«En los últimos días... Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán sus hijos y sus hijas; y los jóvenes tendrán visiones, y los ancianos sueños».
En estos días, hay muchos creyentes que se presentan con la capacidad de comunicación espiritual. Según esto podemos decir que estamos entrando en una nueva era en la cual podremos restaurar la primera bendición de Dios, después de haber perfeccionado nuestra individualidad, debido a que estamos en los Ultimos Días.
Segundo, la tendencia histórica de los hombres caídos por la restauración de la libertad de la mente original está suficientemente probada. El hombre fue privado de la libertad de dirigirse a Dios porque debido a la caída, se sometió al dominio de Satán, y desde entonces ha tenido una libertad limitada.
Pero hoy día el corazón y celo del hombre ha alcanzado su máximo nivel, pues la gente busca la libertad de la mente original a riesgo de sus vidas. Esto es la prueba de que, con la llegada de los Ultimos Días, los hombres caídos están ahora entrando en la nueva era, en la cual podrán presentarse libremente ante Dios. Los hombres caídos entrarán en la nueva era al perfeccionar sus individualidades, restaurando así la primera bendición que Dios les dio y que Satán les arrebató desde el principio.
Tercero el valor original de los hombres caídos, que fue recibido al tiempo de la creación, está siendo restaurado. Esta es otra prueba clara. El valor original de los hombres, observado horizontalmente, es el de la igualdad entre las personas, y esto puede no parecer tan precioso. Pero cuando se observa verticalmente, centrado en Dios, cada individuo lleva consigo el más glorioso valor macrocósmico (ref. Parte 1, Cap. VII, Sec. I). Los hombres perdieron su valor original a causa de la caída. En la era actual, sin embargo, la ideología democrática ha llegado a su culminación, y los hombres han llegado a descubrir el valor original de la individualidad recibido al tiempo de la creación. Esto se puede ver por la liberación de los esclavos, la liberación de grupos minoritarios y la liberación de las pequeñas potencias junto con las demandas por la dignidad humana, igualdad entre sexos e igualdad entre todos los pueblos. Esto es una prueba de que los Ultimos Días han llegado y que los hombres caídos están entrando ahora en la nueva era, en la cual restaurarán la primera bendición de Dios para los hombres.
Cuarto, el amor original recibido al tiempo de la creación está siendo restaurado. El mundo en el que esté realizado el ideal de la creación de Dios, tendrá la forma de un hombre perfecto. La gente de este mundo, al formar un solo cuerpo verticalmente con Dios, formarán naturalmente un solo cuerpo horizontalmente los unos con los otros. Por ello, la gente de este mundo está destinada a llegar a ser un único cuerpo, interrelacionado vertical y horizontalmente por el amor absoluto de Dios. Debido a la caída, el amor vertical del hombre con Dios fue interrumpido, causando así la ruptura del amor horizontal entre la gente; y así la historia humana ha sido entretejida con luchas. Hoy día, sin embargo, ya que el humanitarismo está alcanzando su punto más alto, los hombres están persiguiendo cada vez más el amor original.
Así pues, podemos reconocer que los días actuales son verdaderamente los Ultimos Días, en los cuales los hombres pueden perfeccionar sus individualidades centrados en Dios, restaurando la primera bendición de Dios para los hombres.
2. EL FENOMENO DE LA RESTAURACION DE LA SEGUNDA BENDICION.
La segunda bendición de Dios era que Adán y Eva alcanzaran una verdadera paternidad multiplicando hijos buenos y entonces establecieran hogares, sociedades y un mundo de soberanía buena. Pero debido a la caída, Adán y Eva se convirtieron en padres malos multiplicando hijos malos y formando así un mundo bajo la esclavitud de la soberanía mala. Dios ha llevado a cabo la providencia para restaurar el nivel espiritual de los hombres, separando a los hombres de Satán a través de la religión a un nivel interior, mientras que por el otro lado El ha separado a los hombres de Satán a través de diferentes guerras y luchas a un nivel exterior. Así pues, El ha conducido Su providencia de la restauración de Su soberanía a un nivel interior y exterior al mismo tiempo.
La historia humana, entonces, ha sido la restauración de la segunda bendición de Dios para los hombres, realizada por la separación de los hombres de Satán a un nivel interior y a un nivel exterior, y por la búsqueda de aquellos hijos de Dios que puedan servir al Señor venidero, nuestro Verdadero Padre. Por consiguiente, según el fenómeno de la restauración de la soberanía de Dios a un nivel interior y exterior, vemos que los días actuales son verdaderamente los Ultimos Días. (Esta restauración se ha cumplido mediante el desarrollo de las esferas culturales centralizadas en la religión, y mediante la historia del alzamiento y decadencia de las naciones).
Estudiemos ahora cómo ha progresado la historia del desarrollo de las esferas culturales, para hacer que la era actual sea los Ultimos Días. Como ya se ha estudiado repetidamente, en la historia de las esferas culturales, Dios estableció las esferas culturales, mandando profetas y santos a los hombres caídos. Estos santos establecieron varias religiones en consonancia con la mente original del hombre, que estaba dirigida hacia el bien último. Por consiguiente, han surgido muchos tipos de esferas culturales en la historia de la humanidad. A medida que el tiempo transcurría, éstas se han unido o han sido absorbidas por otras mayores. En los días actuales hay una clara tendencia hacia una única esfera cultural mundial establecida centrada en el Cristianismo. Esta clase de tendencia histórica nos muestra que la segunda bendición de Dios a los hombres se está restaurando, conviviendo juntas todas las razas mano a mano como hermanos centralizados en Cristo, que es el núcleo del Cristianismo.
Lo que hace al Cristianismo diferente de las demás religiones es que su propósito es restaurar la gran familia mundial que Dios había pensado en el tiempo de la creación. Esto tiene que cumplirse encontrando a los Verdaderos Padres de la humanidad, mediante los cuales todos los hombres puedan convertirse en hijos del bien por medio del nuevo nacimiento. Esto significa que el Cristianismo es la religión central que cumplirá el propósito de la providencia divina de la restauración.
Así pues, la restauración de la segunda bendición de Dios para los hombres puede verse en la formación de una última esfera cultural mundial centralizada en el Cristianismo, en el cual todos los hombres serán elevados a la posición de hijos del bien centralizados en Cristo y el Espíritu Santo, que son los verdaderos Padres de la humanidad (ref. Parte 1, Cap. VII). No podemos negar, pues, que hoy día estamos llegando a los Ultimos Días.
A continuación, investigaremos por qué la historia del alzamiento y decadencia de las naciones, que ha estado progresando en la dirección del propósito de restaurar la soberanía del bien, está conduciendo la era presente hacia los Ultimos Días. Es un error, originado por la ignorancia fundamental de la providencia de Dios, considerar que la causa de las luchas y guerras son meramente el conflicto de intereses entre las diferentes ideologías.
La humanidad ha tenido una historia llena de mal que empezó con la soberanía mala centrada en Satán, que fue causada por la caída de los primeros antepasados humanos. Dado que el propósito de la creación de Dios es incambiable, la meta final de la historia humana es la restauración de la soberanía del bien de Dios, que tiene que ser lograda mediante la separación de los hombres de Satán. Si el mundo de la soberanía mala continuara sin luchas ni guerras, entonces este mundo malo continuaría para siempre y no se restauraría nunca la soberanía del bien. Por ello, Dios ha llevado a cabo Su providencia de la restauración de la soberanía celestial gradualmente, mandando a sus profetas y santos. Las soberanías malas han sido destruídas por otras mejores a través de las religiones buenas que Dios ha fundado.
Así pues, las luchas y guerras han sido un curso inevitable que los hombres han tenido que seguir con el fin de cumplir la providencia de la restauración.
En la Parte II se explicará más detalladamente esta cuestión. Debido a que la historia humana está siguiendo el curso providencial de la restauración por indemnización, el mal a veces parece prevalecer cuando se ve dentro de un espacio de tiempo limitado; pero al final seguramente será destruído, o absorbido y asimilado dentro de un reino con un mejor nivel. El alzamiento y decadencia de las naciones motivado por las guerras es, pues, un resultado inevitable del curso providencial de la restauración de la soberanía del bien.
Por esta razón, Dios ordenó a los israelitas destruir las siete tribus de Canaán. Cuando Saúl le desobedeció, dejando a algunos de los amalecitas vivir con sus ganados, Dios le castigó severamente (1 S. 15:18-23). Así pues, Dios no solo ordenó directamente a los israelitas que destruyeran a los gentiles, sino que incluso destruyó a los israelitas de la dinastía del norte cuando se volvieron al mal, entregándolos en manos de los asirios. (2 Re. 17:23). Debemos comprender que Dios actuó así con el fin de destruír la soberanía mala y restaurar la soberanía buena. Por tanto, las luchas y guerras entre individuos del lado de Dios son malas debido a que ocasionan la destrucción de su propia soberanía buena, pero que la soberanía buena destruya a la soberanía mala es un acto bueno debido a que es para cumplir el propósito de la providencia divina de la restauración.
De esta manera, la historia de luchas para la separación de la soberanía de Satán obteniendo gradualmente tierras y riquezas por todo el mundo ha llegado prácticamente a restaurar la soberanía Celestial. De igual forma, los hombres han estado restaurándose hacia el lado Celestial a un nivel mundial, pasando por el nivel individual, familiar, social y nacional. Así pues, la providencia de la separación de los hombres de Satán, que comenzó en la era de la sociedad de clan, pasando por las eras del feudalismo y la monarquía, ha culminado ahora en la era de la democracia. En la sociedad humana actual, vemos la división de los. dos mundos de la democracia y el comunismo, siendo la primera la ideología para el establecimiento de la soberanía Celestial, y la segunda para el establecimiento de la soberanía Satánica.
De esta forma, la historia humana, que comenzó bajo la soberanía mala centrada en Satán, ha llegado ahora a formar dos soberanías opuestas a una escala mundial. A medida que se despierta la naturaleza original humana, dirigida hacia el bien último mediante la religión, filosofía y éticas, se produce la separación del poder de la soberanía buena del poder de la soberanía mala. Estas dos soberanías, con propósitos opuestos, nunca pueden coexistir. En la consumación de la historia humana, seguramente llegarán a un punto de cruce, provocándose un conflicto de un carácter interno centrado en la ideología, que muy posiblemente desembocará en una guerra externa centrada en el poder militar. Entonces, finalmente la soberanía de Satán acabará para siempre restaurándose por fin la soberanía de Dios como la única y siempre eterna soberanía del Cielo.
Hoy día estamos en los Ultimos Días, porque éste es el tiempo de intersección en el cual el mundo de la soberanía buena bajo Dios y el mundo de la soberanía mala bajo Satán están luchando entre sí en la batalla final.
En la historia humana, en la que hasta ahora se ha estado separando la soberanía buena de la soberanía mala, la soberanía mala ha ido declinando hacia la destrucción mientras que la soberanía buena ha prosperado continuamente, de igual manera que en el agua turbia el lodo va hacia abajo mientras que el agua clara se eleva hacia arriba. Así pues, en los Ultimos Días, estas dos soberanías del bien y el mal durante un período se encontrarán en un punto de intersección, la primera permanecerá para siempre como la soberanía de Dios, mientras que la última perecerá en la obscuridad eterna.
Por ello, el tiempo en que estas dos soberanías del bien y del mal están en el punto de intersección, se llaman los Ultimos Días. Puesto que éste es el tiempo en el que debería ser restaurada por indemnización la perfección de la etapa de crecimiento, desde la cual cayeron Adán y Eva, toda la humanidad vagará en medio de un caos ideológico, de igual manera que los primeros antepasados en el Jardín del Edén se encontraron confundidos sin saber qué hacer después de la caída.
Durante el largo curso de la providencia de la restauración ha habido varios Ultimos Días, en los cuales las dos soberanías del bien y el mal llegaron a un punto de intersección. El tiempo de Noé y el de Jesús fueron llamados los Ultimos Días, en los cuales las dos soberanías estaban en un punto de intersección, pero en ambos casos los hombres fallaron en cumplir su parte de responsabilidad y no pudieron destruir la soberanía del mal; y Dios tuvo que comenzar de nuevo Su providencia de la separación del bien de la soberanía mala. Por consiguiente, veremos otro punto de intersección de las dos soberanías en el tiempo de la Segunda Llegada del Señor. El curso de la providencia de la restauración los acontecimientos se han repetido así periódicamente en un movimiento espiral dirigiéndose a través de un curso circular hacia el propósito de la creación. Por esta razón ha habido muchos períodos de un carácter similar en la historia humana (ref. Parte II, Cap. III, Sec. I).
3. EL FENOMENO DE LA RESTAURACION DE LA TERCERA BENDICION.
La tercera bendición de Dios a los hombres significa el dominio de Adán y Eva sobre el mundo de la creación después de que alcanzaran la perfección. El dominio del hombre sobre el mundo de la creación tiene dos aspectos, el interior y el exterior, En la era presente podemos ver que los dos aspectos del dominio del hombre, perdidos en la caída humana, están siendo restaurados.
El dominio interior significa el dominio de corazón y celo. Cuando un hombre ha perfeccionado su individualidad llega a ser una unidad en corazón y celo con Dios; entonces, puede experimentar el corazón y celo de Dios. En el día en que el hombre, después de haberse perfeccionado, ame al mundo de la creación con el corazón y celo idéntico al de Dios, y reciba la belleza ,correspondiente de la creación, se convertirá en el señor de corazón y celo del mundo de la creación. Sin embargo, debido a la caída, el hombre falló en experimentar el corazón y celo de Dios y no ha sido capaz de considerar a la creación con el mismo punto de vista que Dios. No obstante, Dios ha estado trabajando en Su providencia de la restauración por medio de las religiones, filosofías y éticas, elevando constantemente, por etapas, el nivel espiritual de los hombres caídos hacia Dios. Así pues, el hombre en la era presente está restaurando sus calificaciones como el señor de corazón y celo sobre el mundo de la creación.
El dominio exterior significa el dominio a través de la ciencia. Si el hombre, habiéndose perfeccionado, hubiera sido capaz de dominar el mundo de la creación internamente con el corazón y celo idéntico al que Dios tuvo hacia todo el mundo de la creación. en el tiempo de su creación, los descubrimientos científicos del hombre podrían haber alcanzado su culminación en un tiempo extremadamente corto, debido a que la sensibilidad espiritual del hombre se habría desarrollado a su más alta dimensión. Así pues, los hombres habrían dominado exteriormente todas las cosas de la creación. A consecuencia de esto, el hombre no sólo habría subyugado muy rápidamente el mundo de la naturaleza, incluidos los cuerpos celestiales, sino que también habría llevado a cabo unas condiciones de vida muy confortables debido al desarrollo económico que habría acompañado a los descubrimientos científicos.
Sin embargo, el hombre, al perder su luz espiritual por la caída y al ser así privado de su dominio interior sobre las cosas de la creación, cayó a un estado salvaje con una sensibilidad espiritual tan nula como los animales. Por ello, también perdió el dominio exterior sobre la creación. El hombre, conforme a la providencia de la restauración de Dios, ahora ha restaurado su luz espiritual. Y así, ambos, su dominio interior y exterior, han sido restaurados gradualmente. Por esta razón, el desarrollo científico en los días actuales ha alcanzado también su más alto grado. Así se ha dado lugar a que los hombres modernos hayan creado unas condiciones de vida extremadamente confortables, debido a los desarrollos económicos que siguieron a los brillantes descubrimientos científicos.
Vemos, pues, que la tercera bendición de Dios para los hombres está siendo restaurada, y según esto no podemos negar que hoy día hemos llegado a los Ultimos Días.
Como hemos observado repetidamente, el desarrollo de las esferas culturales también nos muestra que ahora se está formando una esfera cultural mundial centrada en una religión. Las naciones también se están dirigiendo hacia una estructura de gobierno mundial, empezando con la Liga de Naciones, siguiendo con las Naciones Unidas y tendiéndose hoy día hacia el gobierno mundial. Considerando el desarrollo económico, el mundo está ahora en el umbral de la formación de un mercado común. Los transportes y comunicaciones muy bien desarrollados facilitan la reducción de las limitaciones de espacio y tiempo. Los hombres pueden comunicarse entre sí en la tierra tan fácilmente como si la tierra fuera el jardín de una casa en la que gente de todas las diferentes razas del Este y del Oeste vivieran como una sola familia. Toda la humanidad está pidiendo amor fraternal.
Sin embargo, un hogar se forma alrededor de los padres; solamente así puede haber un verdadero amor fraternal. Por lo tanto, cuando venga el Señor de la Segunda Llegada como el Verdadero Padre de la humanidad, todos los hombres vivirán armoniosamente en el jardín como una sola familia.
Según esto también podemos saber que hoy día estamos, con completa seguridad, en los Ultimos Días. Debe haber un regalo final que la historia, progresando en este sentido, debe estar a punto de presentar a la humanidad. Debe ser la ideología de naturaleza macrocósmica que pueda fundir a todos los hombres, que viven ahora como extraños en completa confusión en un mundo sin ningún verdadero propósito, y formar así una sola familia centralizada en los mismos padres.
1. LOS ULTIMOS DIAS Y LA NUEVA VERDAD.
Los hombres caídos superan su ignorancia interior elevando su nivel espiritual e intelectual mediante el espíritu y la verdad (Jn. 4:23), de acuerdo a su religión. Al estudiar la verdad, hay dos clases: la verdad interior (religión), que superará la ignorancia interior, y la verdad exterior (ciencia), que superará la ignorancia exterior.
Por consiguiente, el hombre tiene dos clases de intelecto: el intelecto interior, que se despierta con la verdad interior, y el intelecto exterior, que se despierta con la verdad exterior. Por tanto, el intelecto interior en su búsqueda de la verdad interior ha establecido la religión, mientras que el intelecto exterior en su búsqueda de la verdad exterior ha establecido la ciencia. Los asuntos espirituales que pertenecen al mundo invisible vienen primero a la cognición espiritual a través de nuestro hombre espiritual por medio de los cinco sentidos espirituales, luego son reconocidos fisiológicamente por la resonancia de los cinco sentidos físicos. La verdad del mundo visible, sin embargo, viene directamente a nuestra cognición por medio de los cinco sentidos físicos. Así pues, el proceso de la cognición toma lugar a través del canal espiritual y el canal físico.
Dado que el hombre fue hecho de tal manera que pudiera ser perfecto solamente cuando su hombre espiritual y hombre físico estuvieran unidos, el espíritu y la verdad deben estar en perfecta armonía, despertando el nivel espiritual e intelectual del hombre, con el fin de que las dos clases de cognición que vienen por el canal espiritual y el físico puedan coincidir completamente. Entonces, por vez primera el hombre llegará a tener una cognición perfecta del mundo de la creación.
De esta manera, Dios está conduciendo Su providencia para restaurar a los hombres de la naturaleza original proyectada en la creación, elevando mediante el espíritu y la verdad, el nivel espiritual e intelectual de los hombres, que cayeron en la completa ignorancia debido a la caída. A medida que la historia progresa, el hombre, recibiendo el beneficio de la era de la providencia de la restauración de Dios, ha estado gradualmente restaurando su nivel espiritual e intelectual. Por lo tanto, ambos, el espíritu y la verdad, que son los medios para elevar el nivel espiritual e intelectual, deben también ser elevados gradualmente a niveles más altos. Aunque el espíritu y la verdad deben ser únicos, eternos e incambiables, la extensión, grado y método de enseñanza y expresión a los hombres, que están en el proceso de la restauración del estado de ignorancia, debería variar de acuerdo a la era.
Por ejemplo, en la era anterior al Antiguo Testamento (de Adán a Moisés), Dios no dio al pueblo palabras de verdad, sino meramente les mandaba ofrecer sacrificios. Los hombres de aquella era, siendo ignorantes, no podían recibir la verdad directamente de El. Cuando el nivel espiritual e intelectual del pueblo se elevó, El les dio la Ley en el tiempo de Moisés, y el Evangelio en el tiempo de Jesús. Jesús no dijo que sus palabras eran la verdad, sino que él mismo era el camino, la verdad y la vida (Jn. 14:6). Esto es debido a que sus palabras eran solamente un medio de expresarse a sí mismo como la verdad; y la extensión, grado y método de expresión de la verdad variaba de acuerdo a quienes recibían las palabras.
Según esto, debemos darnos cuenta que las palabras bíblicas son un medio de expresar la verdad y no son la verdad en sí misma. Viendo esto según este punto de vista, podemos comprender que el Nuevo Testamento fue dado como un libro de texto para la enseñanza de la verdad a la gente de hace 2.000 años, gente cuyo nivel espiritual e intelectual era muy bajo, comparado con el de hoy día. Es por ello imposible satisfacer completamente el deseo del hombre de verdad en esta moderna civilización científica, usando el mismo método de expresión de la verdad, en parábolas y símbolos, que fue usado para despertar a la gente de una era anterior. Por consiguiente, hoy día debe aparecer la verdad con un más alto nivel y con un método científico de expresión para que la pueda comprender el inteligente hombre moderno.
Llamamos a esto la nueva verdad. Esta nueva verdad, como estudiamos en la «Introducción General», debería ser capaz de resolver completamente los problemas de la religión y la ciencia conforme a un tema unificado, superando así la ignorancia interior y exterior del hombre.
Investiguemos otras razones por las cuales la nueva verdad debe aparecer.
Como se señaló antes, la Biblia no es la verdad en sí misma sino un libro de texto que nos enseña la verdad. En este libro de texto la mayoría de las partes importantes de la verdad están reveladas en parábolas y símbolos. Por ello, el método de interpretación puede diferir de acuerdo al lector. Las diferencias en interpretaciones han dado lugar a muchas denominaciones. Puesto que la fuente de las divisiones denominacionales no es el hombre sino son las expresiones usadas en la Biblia, las divisiones y conflictos se incrementarán irremediablemente. Por tanto, no podemos esperar que las divisiones y conflictos entre denominaciones lleguen a acabar. Esto impedirá el cumplimiento de la providencia de la restauración de la unificación del Cristianismo, a menos que aparezca una nueva verdad que pueda desvelar los contenidos fundamentales de la Biblia tan claramente que todo el mundo pueda reconocerlo y estar de acuerdo con ella. Por consiguiente, Jesús prometió darnos nuevas palabras de verdad en los Ultimos Días, diciendo:
«Os he dicho todo esto en parábolas. Se acerca la hora en que ya no os instruiré en parábolas, sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre». (Jn. 16:25)
Jesús murió en la cruz sin poder decir todo lo que deseaba decir debido a la incredulidad del pueblo. El dijo, «Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo?» (Jn. 3:12). Jesús también dijo a sus discípulos: «Mucho podría deciros aún, pero ahora no podéis con ello» (Jn. 16:12). Esto revela cuán apenado estaba, debido a que, no podía decir ni incluso a sus propios discípulos lo que tenía en el fondo de su corazón. Las palabras que Jesús no dijo, no permanecerán para siempre en secreto, sino tienen que ser reveladas algún día como una nueva verdad a través del Espíritu Santo, como Jesús nos dijo:
«Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa, pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir». (Jn. 16:13)
Además, leemos:
«Ví también en la mano derecha del que está sentado en el trono un libro escrito el anverso y el reverso, sellado con siete sellos». (Ap. 5:1)
Precisamente en este libro estaban las palabras que el Señor va a darnos en los Ultimos Días. Cuando Juan lloró debido a que no se había encontrado a nadie digno de abrir el libro ni de leerlo, ya que no había nadie en el cielo, en la tierra o bajo la tierra que fuera capaz de hacerlo, uno de los ancianos dijo:
«... el León de la tribu de Judá, el Retoño de David; él podrá abrir el libro y sus siete sellos». (Ap. 5:3-5)
El León nacido del linaje de David, significa Cristo. Así pues, llegará el día en el que Cristo abrirá el libro sellado, que desde hace mucho tiempo ha permanecido como un secreto para la humanidad, y revelará la nueva verdad a todos los santos. Por ello se dice: «Tienes que profetizar otra vez contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes» (Ap. 10:11). De nuevo, se dijo:
«Sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán sus hijos y sus hijas; los jóvenes tendrán visiones, y los ancianos sueños. Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu». (Hch. 2:17-18)
Así pues, según muchos puntos de vista la nueva verdad debe venir en los Ultimos Días.
2. LA ACTITUD QUE DEBERIAMOS TOMAR EN LOS ULTIMOS DIAS.
Si observamos la progresión de la historia de la providencia de la restauración, vemos que lo nuevo siempre comienza cuando lo viejo está a punto de extinguirse. Por consiguiente, el período en el que lo viejo acaba es precisamente el período en el que lo nuevo comienza. El final de la historia vieja es el período inicial de la nueva historia.
La humanidad está ahora en el punto de intersección donde las dos soberanías del bien y el mal están enfrentándose entre sí. Estas dos soberanías, que comenzaron en el mismo punto, se han dirigido desde entonces en direcciones opuestas, y han producido sus propios frutos a una escala mundial respectivamente. La gente de esta era cae en la inseguridad, terror y caos interior debido a la superficialidad de sus ideales e ideologías. Externamente tienen miedo de enfrentarse con la amenaza de conflictos y luchas con armas terribles. En los Ultimos Días ocurrirán muchos fenómenos devastadores, como la Biblia lo indica:
«Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino y habrá en diversos lugares hambre y terremotos». (Mt. 24:7)
Es inevitable que ocurra esta miseria, con el fin de que el dominio del mal sea aniquilado y que el dominio del bien sea exaltado. Dios, sin lugar a dudas, establecerá el centro de la soberanía ¡el bien para establecer una nueva era que partirá de esta miseria. Noé, Abraham, Moisés y Jesús eran las figuras centrales de sus respectivas nuevas eras. Por esta razón, debemos encontrar a la figura central de la nueva historia, a quien Dios ha designado, para que así podamos ser participantes en la nueva era como Dios quiere que seamos.
La providencia de la nueva era no comienza después de la completa liquidación de la era antigua, sino que nace y crece en las circunstancias del período de la consumación de la era antigua, y siempre que aparece entra en conflicto con la era anterior. Por ello, esta providencia no es fácilmente comprendida por quienes están acostumbrados a los convencionalismos de la era antigua. Por esta razón , los sabios de la historia, que vinieron para hacerse cargo de la providencia de una nueva era, todos fueron víctimas de la era antigua. Podemos dar el ejemplo de Jesús, quien viniendo al término de la Era del Antiguo Testamento como el centro de la nueva providencia de la Era del Nuevo Testamento, fue considerado por los creyentes de la Ley Mosaica como un hereje a quien no podían comprender. Finalmente fue rechazado a causa de su incredulidad y luego fue crucificado. Por esta razón Jesús dijo: «sino que el vino nuevo debe echarse en pellejos nuevos» (Lc. 5:38).
Cristo volverá de nuevo al término de la Era del Nuevo Testamento como centro de la nueva providencia para establecer un nuevo cielo y tierra, y nos dará nuevas palabras para la construcción de la nueva era (Ap. 21:1-7). Por consiguiente, es muy posible que sea rechazado o perseguido por los cristianos en el tiempo de la Segunda Llegada, de igual manera que Jesús fue perseguido y ridiculizado por los judíos cuando vino, quienes decían que estaba poseído por Beelzebul, el príncipe de los demonios (Mt. 12:24). Por tanto, Jesús predijo que al principio el Señor debía sufrir muchas cosas y ser rechazado por la generación del tiempo de la Segunda Llegada (Lc. 17:25). Por ello, aquellos quienes, en el período transicional de la historia, estén tenazmente ligados a las circunstancias de la era antigua y confortablemente acomodados en ella serán juzgados junto con la era antigua.
Los hombres caídos, teniendo muy deteriorada su sensibilidad hacia las cosas espirituales, generalmente han dado más valor a la verdad antigua durante el curso de la providencia de la restauración. En otras palabras, aunque la providencia de la restauración esté en el comienzo de la nueva era, esta gente no responderá ni seguirá la providencia de la nueva era, debido a que en la mayoría de los casos están apegados a la visión de la verdad de la era antigua. Aquellos que puedan percibir cosas espirituales, no obstante, comprenderán la providencia de la nueva era espiritualmente, y corresponderán a ella, a pesar de que se enfrenten a discrepancias entre la nueva visión de la verdad y la antigua.
Por esta razón, los discípulos de Jesús no estaban completamente apegados al Antiguo Testamento. Más bien, ellos seguían lo que sentían espiritualmente en sus corazones. Esta es la razón por la cual los hombres que oran y que tienen buena conciencia sienten una especie de extrema ansiedad y urgencia espiritual en los Ultimos Días, pues ellos sienten vagamente las cosas espirituales y están dispuestos a seguir la providencia de la nueva era en sus corazones, pero no han encontrado la nueva verdad que pueda dirigir su ser exterior en la dirección justa. Por consiguiente, estos hombres si solamente escucharan la nueva verdad que les dirigiera hacia la providencia de la nueva era, el espíritu y la verdad despertarían simultáneamente su corazón e intelecto. Ellos serían capaces de reconocer perfectamente la llamada de la providencia de Dios para la nueva era. Naturalmente, responderán entonces con indecible felicidad. Así pues, los hombres modernos de los Ultimos Días deben tratar de percibir cosas espirituales mediante oraciones humildes.
Por esta razón, no deberíamos estar ligados a ideas convencionales, sino que deberíamos a toda costa encontrar la nueva verdad que nos dirija a la providencia de la nueva era. Podemos hacer esto conduciendo nuestro ser exterior hacia un propósito espiritual. Entonces debemos asegurarnos de que la verdad así encontrada llega a ser una unidad con nuestro espíritu, produciéndose una verdadera alegría celestial en lo profundo de nuestro corazón. Haciendo esto, los santos de los Ultimos Días podrán encontrar el camino de la verdadera salvación.